Bai Juyi
por Guillermo Dañino

Como brotes de bambú después de la primera lluvia de primavera es una expresión china que significa abundancia, gran cantidad, proliferación. Si la referimos a la poesía, esta frase bien se puede aplicar a la dinastía Tang (618-907) por la extraordinaria presencia de numerosos y excelentes poetas -se conservan los nombres de más de diez mil- y de sus obras que constituyen una cumbre gloriosa en la historia de la poesía universal.
En las cuevas de Dunhuang, desierto de Gansu, se encontraron, en el año 1900, obras que se consideraban perdidas y, con éstas y lo ya publicado, se conocen hasta el momento más de cincuenta mil poemas de este glorioso tiempo.
Entre los nombres de Li Bai, Du Fu, Wang Wei, Meng Haoran, Li Shangyin y muchos otros, que han traspasado las fronteras de su lengua y de su país, enriqueciendo el acervo poético del mundo, destaca la obra de Bai Juyi.
Bai Juyi (772-846), cuyo nombre de letrado era Le Tian, el que disfruta el cielo, se distingue por su abundante producción -más de 2.800 poemas-, por su difusión, fue el más conocido en China y fuera de China, y por la calidad de su obra.
Su mayor contribución fue popularizar la literatura y hacer la poesía comprensible y accesible al pueblo. Tanto la sencillez y claridad en laexpresión, como el ritmo y musicalidad de su lenguaje, difundieron sus poemas por doquier y fue admirado por personas de toda clase social. Reproducciones de sus poemas eran vendidas en los mercados e ingresaron al palacio del Secretario Imperial del Japón. La mayoría de los poemas que aparecen en la novela japonesa La Historia de Genji, de Murasaki, siglo XI, son suyos. En el año 824, en el prefacio de la primera colección de poemas de Bai Juyi, Yuan Chen, su gran amigo, comenta:
… sus poemas se escriben por todas partes, sobre los muros de los palacios, de los templos budistas o taoístas, en las hospederías. Todo el mundo los recita, príncipes y dignatarios, esposas y concubinas, pastores y palafreneros. Se copian y se venden en los mercados o se los trueca por vino o té. Desde que la literatura existe, nunca se difundió tal fama con tanta rapidez”.
Se decía que Baijuyi, para lograr una expresión más asequible al pueblo, leía muchas de sus composiciones a una anciana que había sido su niñera. Cierta vez el gobernador de Xuanzhou mandó tejer una alfombra de seda roja como tributo a la corte, obligando al pueblo a vestir harapos para pagarla. El poeta escribió Alfombra de seda roja. Leyó el poema a su niñera y la anciana dijo: “¡Qué maldad! ¿Acaso no sabe el gobernador cuántas medidas de seda se necesitan para tejer un metro de alfombra? ¡Que no tejan alfombras sino más vestidos! ¡La tierra no sufre por el frío!” Al oír este comentario, Bai Juyi corrigió su poema y utilizó las palabras de la anciana.
En muchos lugares de China, en los que Bai Juyi vivió, se conservan estelas con inscripciones alusivas, topónimos que recuerdan su biografía, cuentos populares que se refieren a la vida del poeta. En las ciudades de Hangzhou y Suzhou, en la región de la montaña Lu, en Zhongzhou de la provincia de Sichuan, en la montaña Song, en Luoyang y Chang’an, las dos capitales del imperio.
Baijuyi se interesa por el budismo chan, transcripción china del sánscrito dhyana, contemplación, en japonés zen, budismo nacido de la integración realizada en China del budismo indio y el pensamiento taoísta. Baijuyi se interesa por las enseñanzas de la Escuela Chan del Sur, llamada del Despertar Inmediato, que insiste en la experiencia de nuestra naturaleza profunda y original. Con frecuencia se refiere a Vimalakirti, Nombre sin mancha, discípulo de Buda, el santo laico por excelencia, libre e inteligente. Con su ejemplo, Vimalakirti demuestra que la iluminación y despertar a nuestra naturaleza profunda y original es compatible con la vida en familia, en el corazón mismo del mundo de los hombres, por oposición a la vida monacal. El secreto es no convertirse en juguete de las pasiones ni dejarse impresionar por la agitación general.
Su más importante legado es, sin embargo, su obra poética que revela a un claro pensador interesado en la vida del pueblo, enamorado de la naturaleza, profundamente humano y optimista. Sus poemas cantan la gloria del amanecer y el ocaso, logran una armonía de vida esencial con el universo, se compenetran con los matices más íntimos de la experiencia humana, personal o social, cantan los sutiles sentimientos de una ancianidad serena y de los sufrimientos intensamente vividos, así como del gozo de vivir en armonía interior y en la cordial relación con sus semejantes.


Guillermo Dañino (Trujillo, 1929), hizo estudios de lingüística y literatura en la universidad Católica de Perú y es profesor de esas materias en las universidades de Nanquín y Beijing. Ha publicado numerosas traducciones de poetas chinos al español. Algunos de sus últimos libros son La Pagoda Blanca, poemas de la dinastía Tang (2000) y Sobre un sauce, una tarde (2000), una antología bilingüe de Zhang Kejiu.

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