Mudnakudu Chinnaswamy nació en 1954, en un pueblo pequeño del estado de Karnataka en el sur de la India. Se desempeña como director de la corporación de tránsito de la ciudad de Mysore; y está adquiriendo fama como poeta importante de la nueva leva en su idioma, el kannada.
El poeta mismo escribe: “La pobreza y el analfabetismo son el background inevitable de todo dalit [educado] de primera generación en la India. Así fue el mío. Mi padre, aunque tenía un puesto menor con el gobierno (fue agente de policía), nos abandonó en el pueblo. Tuve que completar mi educación formal, hasta el liceo, estando en pueblos. Hice el colegio preuniversitario en Mysore y me gradué (Licenciado en Comercio) a la edad de 19 años. Quería seguir y hacer el posgrado pero mi padre manifestó que no podía apoyarme y me obligó a trabajar en lo que pudiera. En efecto trabajaba a medio tiempo para mantener toda la familia mientras terminaba los estudios. [Además de lograr el posgrado en comercio, Chinnaswamy lo completó también en la literatura de su idioma.]
“Es común en la India que un hombre de casta baja sufra humillaciones e insultos. Como persona sensible me afectaban íntimamente. El dolor y la penuria hicieron de mi un poeta. Cuando empecé a escribir no tenía ningún otro escritor como modelo; yo era un principiante no académico. Sin embargo observaba con atención los movimientos dalit que se desarrollaban en los años setenta en Karnataka, por el estilo de la literatura negra, y los “pantera dalit” de Maharastra. Había leído algunos poemas de protesta de idioma Telugu, en traducción. Tenía mi propia gramática, pero la experiencia fue el ingrediente principal. Es por eso que mi poesía evadía la imitación. Más tarde obviamente los vachanas han llegado a ser un factor de gran influencia en mi ideología.”
Chinnaswamy pertenece a ese estrato de la sociedad hindú, por debajo de todos y considerado “outcaste”, fuera de las castas, llamado en el pasado “intocable”, porque un hindú de casta, sobre todo un brahmin, que tocaba aun sin querer un individuo de esa comunidad, se contaminaba, y tenía que correr a bañarse.
El hecho de que la discriminación contra los “dalits”, u oprimidos, que es como ahora se llaman, para ser políticamente correcto, los intocables, sea hoy en día ilegal, les ha abierto más posibilidades de avance social pero no ha cambiado de manera fundamental la actitud de la sociedad hindú tradicional, sumamente jerárquica en sus concepciones, hacia ellos como personas. Los prejuicios perduran, las injusticias y las humillaciones siguen. Contra un poeta y burócrata, de manera ya solapada; contra los pobres, con la crueldad abierta de siempre.
En los años setenta del siglo pasado la comunidad dalit empezó a encontrar una voz pública para protestar contra su opresión. Los primeros escritos fueron sencillos, gritos más que poemas (cuando se trataba de poesía), pero muy necesarios en su momento. Una importante antología poética bilingüe (kannada-inglés) del año 1976 no incluye ninguno de esos poetas “que intentan vocalizar las frustraciones, esperanzas y aspiraciones de grupos que han sido privados de todos las ventajas en el orden social tradicional de la India, incluyendo la ventaja de participar en una tradición literaria”, porque “este trabajo todavía no ha emergido como una tradición clara” (Chennaveera Kanavi y K.Raghavendra Rao, editores de la antología); lo que parece una forma como cualquier otra para obviarlos y seguir ignorando los temas que proponen.
Sin embargo, se desarrolló el movimiento dalit en la literatura, y se publicaron obras de temas netamente sociales y contestadores y tono más bien estridente como hacía falta para que se hicieran escuchar. Ese momento parece haber pasado, y los escritores de origen dalit que están surgiendo actualmente se sienten libres para crear obras más matizadas, menos “bravas”. Pero no olvidan – ni su comunidad, de la cual se convierten todavía automáticamente en voceros, les permite olvidar – su origen. Un poeta como Chinnaswamy, cuya mente es una fuente constante de imágenes de todos tipos y quien tiene una facilidad inusual para jugar con los sonidos de su resonante idioma, el kannada, nunca va a convertirse en un poeta de lirismo puro y temas personales; su sentido de responsabilidad hacia su gente es demasiado fuerte.
Los temas de Chinnaswamy, entonces, en poemas que pueden parecer a veces demasiado crudos, son la pobreza de los campesinos intocables y las discriminaciones que se practican contra ellos en los pueblos, su explotación, muchas veces criminal, por la gente “de casta”, el sufrimiento de las madres viendo a los hijos con hambre. Pero el poeta ve también la desesperación de la mujer rica cuyo marido no la satisface sexualmente, o lo hondo de la relación entre abuela y nieta. Juega con elementos de la naturaleza, imaginando por ejemplo al sol y a la luna como esclavos del trabajo rutinario. Piensa en dos vecinos, un musulmán y un hindú, que siguen queriéndose en la Cachemira de hoy. Y reflexiona sobre la poesía, personificándola; en un poema la invita a bajarse de sus esferas de pureza y hermosura romántica para caminar con él entre la gente más desgraciada y aprender a cantar por esos hijos olvidados.
En el aspecto formal, los poetas dalit recibieron de la literatura mainstream de su momento formas abiertas y libres que representaban ya una reacción contra el clasicismo tradicional, y los adaptaron a sus propósitos de discurso muy directo. Ellos (como otros poetas contemporáneos del kannada) han estado muy conscientes del ejemplo de los vachanas, poemas metafísicos compuestos por los protagonistas de un movimiento del siglo 12 que buscaba abolir las jerarquías de la sociedad castista, sobre todo la tiranía de los sacerdotes brahmin. En esos poemas la aspiración hacia la igualdad y libertad de todos encontraba su correspondencia literaria (aunque esos poetas nunca consideraban que estaban haciendo literatura) en un lenguaje muy directo, aunque con juegos de aliteraciones, forma libre y imágenes llamativas. En Chinnaswamy la influencia de ese movimiento se siente a menudo.
El experimento social de los vachanakaras fue derrotado, come antes había sido derrotado el budismo, otra ola más grande del mismo espíritu transformador que en varios momentos a través de los siglos ha pasado por la India, dejándola casi inalterada en la inmovilidad de sus tradiciones. Sin embargo para la gente oprimida, y sobretodo para los intocables a quienes está prohibido acercarse a los altares de los dioses de las castas altas, la visión de ese momento en que se realizó una sociedad justa en esta tierra es de gran aliento.
Chinnaswamy, al igual que Ambedkar, el gran lider de los intocables a la época de la independencia de la India y modelo para todos los intelectuales de su origen hasta hoy, se ha apartado de la religión hindú, convirtiéndose al budismo que no admite diferencias de casta. Su interés en esa filosofía, sin embargo, no es solo una cuestión de actitudes sociales; entre los muchos niveles que tiene su poesía no faltan a momentos intuiciones que se pueden llamar místicas.
Rowena Hill (Cardiff,1938), creció en Nueva Zelanda y ha vivido en Italia, Venezuela e India. Sus libros de poesía son Celebraciones (1981), Ida y vuelta (1986), Legado de sombras (1999). Ha traducido, bajo el título de Nombres de lo innombrable, los poemas metafísicos medievales del Kannada. <<< Volver |