Karin Boye

Declaración

En tu belleza hundida
veo la vida explicada
y la respuesta del enigma oscuro
revelada.

En tu belleza hundida
orar yo quiero.
Bienaventurado es el mundo,
puesto que existes.

Muda de claridad,
en luz ahogada,
quise morir en tí,
en tu belleza hundida.

Eres mi consuelo más puro

Eres mi consuelo más puro,
eres mi más firme protección,
eres lo mejor que tengo,
pues nada duele tanto como tú.

No, nada duele tanto como tú.
Quemas como hielo y fuego,
cortas mi alma como acero:
tú eres lo mejor que tengo.

Los dioses

Los carros de los dioses
no sacuden las nubes,
avanzan deslizándose
callados como rayos de luz.
Los pasos de los dioses son
casi inaudibles,
como el susurro de la hierba
apenas presentido.

Cautelosamente, cautelosamente
sigues los senderos
que tienen el aroma
de su proximidad vivificante.
¡No grites nombres!
Ellos huyen, te dejan
colmado de palabras
en un mundo vacío.

El triunfo

El triunfo, el triunfo no tiene voz ninguna,
ningún frenético clamor de júbilo.
¿Existen caminos tan sencillos y llanos
bajo esa luz tan sobriamente austera?

El triunfo, el triunfo no tiene color alguno.
Frente a su mirada, la opulencia parece lastimosa.
Sereno y pálido en su pálida aureola
se aleja, silencioso, de la mentira y el estrépito.

El triunfo, el triunfo, es raras veces visto,
pasa de largo, como un espíritu en visita.
bienaventurado aquel a quien su claro espectro
espera con luces en la fiesta de la muerte.

El mundo es soñado...

El mundo es soñado por un dios durmiente,
y los escalofríos de la aurora exprimen destellos de su alma.
Recuerdos de cosas que ocurrieron ayer,
antes de que el mundo existiera,
fantasmas, fugaces reflejos.
Eso, de cuya esencia no formamos parte,
sale a nuestro encuentro donde al camino se tuerce,
y respira un horror que no es nuestro,
muy lejos de los límites,
de mundos hechos de otras leyes.
Duerme, duerme más pesadamente, durmiente,
hasta que los sueños no te atormenten más,
o bien despierta a la luz del día, creador,
y conviértenos en seres reales!

Conocimiento

Todos esos prudentes de largas redes,
sólo encuentran la enorme carcajada del mar.
Amigos, ¿qué buscan ustedes en la playa?
El conocimiento nunca puede ser aprisionado,
jamás puede ser poseído.

Pero si tú, decidido como una gota
caes en el mar para disolverte
dispuesto para cualquier metamorfosis,
entonces despertarás con piel de ostra
y ojos verdes,
en vegas donde pacen los caballos de mar
y serás conocimiento.


Karin Maria Boye (Götenborg, 1900-1941), novelista, poeta y cuentista, fue hija de un ingeniero civil y se educó en las universidades de Uppsala y Estocolmo. Después de recibir una maestría en artes se desempeño como profesora. Fundó la revista de poesía Spektrum con Eric Mesterton y Josef Riwkin y escribió para Arbetet. Su primer libro de poemas fue Moln, donde ya era notoria la influencia del budismo, Schopenhauer y Nietzsche, pero su obra mas conocida es la novela de ciencia ficción Kallocain, una suerte de retrato del machismo mundial en el año 2000. Sus poemas fueron traducidos por Carlos Vidales.

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