Oscuras promesas
Como Orfeo toco yo
en las cuerdas de la vida la muerte
y la belleza de la tierra
en tus ojos, que le administran al cielo
no sé que oscuras promesas
no olvides la mañana que de repente
tu lecho y el clavel
que duermen sobre tu corazón
amanecieron mojados por el rocío
viste el río de aguas oscuras
pasar por ti
en la cuerda del silencio
tendido sobre la ola de sangre
toco yo tu sonoro corazón
tus rizos se convirtieron
en el cabello sombrío de la noche
la negra oscuridad modela
tu rostro en flecos
y yo no te pertenezco a ti
los dos nos lamentamos ahora
pero como Orfeo reconozco
en el lado de la muerte la vida,
y vislumbro
el azul en tus ojos cerrados para siempre.
Sombras rosas sombras
Bajo un cielo extranjero
sombras rosas
sombras
sobre una tierra extranjera
entre rosas y sombras
en una agua extranjera
mi sombra.
Reclamo
Adónde vamos
despreocupados sin preocuparnos
que esté oscuro y haga frío
sin preocuparnos
eso si pero con música
debemos
alegres y con música
pensar divertidos
a la vista de un final
con música
y hacía dónde
llevamos
las mejores preguntas
hechas todos estos años bajo los chubascos
en la lavandería de los sueños
despreocupados sin preocuparnos
que lo mejor ocurra
cuando un silencio de muerte se anuncie
y entre.
Harlem
De todas las nubes se sueltan las duelas
la lluvia se cuela al fondo de cada pozo
la lluvia brinca de las escaleras de fuego
y teclea sobre las cajas de música
la ciudad negra gira en círculos su ojo blanco
y camina por cada esquina del mundo
el ritmo de la lluvia subvierte el silencio
el blue de la lluvia se apaga.
Ingeborg Bachmann, (Klagenburg 1926-Roma 1973)), pasó su infancia y juventud en esa región apartada del sudeste de Austria, en cuya capital se graduó en literaturas germánicas y filosofía con una tesis doctoral sobre Martín Heidegger. Su obra ha sido publicada en español en varias ediciones, entre ellas, los poemarios El tiempo postergado, traducción de Arturo Parada (1991); las novelas y prosas A los treinta años, traducción de Margarita Fontseré. (1986); Malina, traducción de Juan de Solar, (1986) y Tres senderos hacia el lago, traducción de Juan del Solar, (1987). Los poemas que publicamos fueron traducidos por Jaime de la Gracia.
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