Cuando sueño con ella
Cuando sueño con ella
piso descalza los pasillos oscuros que llevan a su cuarto
busco el cajón prohibido cada vez
sé lo que esconde
tengo los dedos congelados
toco sus pieles de animales muertos
una alianza de oro
ropita de bebés que no nacieron
hay pesadas tijeras
hay un hombre doblado masticando su nombre
hay la mirada que está allí
y está entre en mis omóplatos
como un arpón clavado en la boca de un pez
me ha descubierto y soy pequeña
habrá castigo
su corpiño de yeso sube y baja en el asma de esa respiración
me sienta en la blandura del regazo
y es el olor de su alimento pasto de enloquecer.
Rasgos
Padre es la proyección de su sombra
cuando amenaza cubrir
con la espesa trama de su cuerpo
la luz de mi espacio
es una esponja que se hincha
en la desproporción del recuerdo
y sus palabras crecen como larvas
en el cultivo de la memoria
del hueco de su abrazo
brota una flor jugosa y amarilla
que desprende en el olor de la infancia
polen de una mujer desconocida
padre es lo que ha quedado
cuando el filo de los días de piedra
se ha suavizado en el descanso
y he renunciado a cavar el jardín
para enterrar los huesos de su voz
no hubo trazo fino en nuestra intimidad
la historia licuará el enunciado hasta desintegrarlo
alguien ha sucedido donde yo comenzaba
padre es un muñeco de miedo que me observa.
Nadie tiende la cama
El silencio del día después avanza a pasos de rinoceronte
hay que volverse aire para escapar de su embestida
lámina de vapor
darle fragua al sentido hasta acabar con él
es algo así como un bozal en las fauces del tiempo
medir velocidad con un lento zigzag de vaporetto
nadie tiende la cama el día después
hay una confusión vibrando en los objetos
se genera un desorden debajo de la mesa
cierta anarquía en los contornos
un hipo de violencia lacera cada cosa que nombramos
nos salen de la boca flechas envenenadas
rústicas herramientas de matar
es un reloj de cuatrocientas horas colgado de un alambre
una mala película en el cine de adentro de los ojos
algo que debe terminar
ser más final más viejo que la historia
más último que el último zarpazo de la vida
y aún así
habrá que atravesar el día después
cada segundo de su perro tamaño.
Inconclusa
El tiempo de esperarme tiene la lengua negra
ensayo excusas para evadir la cita
le regalo mentiras en papeles brillantes
hay un tictac de bomba que me borra las líneas de la cara
y no encuentro en el ruido grieta por donde huir
el tiempo dice que si no me apuro
voy a entrar a la edad del desengaño por la puerta de atrás
condenada a la humedad artificial como una flor de invernadero
el tiempo antes me acariciaba el pelo
escondido en los patios de la infancia
ahora le crecieron tenazas en las uñas
cada día despierto con los huesos partidos
y un crujido de barco en medio de la noche
le digo que no voy
que me espere sentado
él entonces levanta una pared delante del futuro
y con el filo de su diente de oro
talla en la superficie una cifra inconclusa
seguida por las letras de mi nombre.
Laura Yasan, (Buenos Aires 1960), ha coordinado talleres de escritura en cárceles, hogares de menores, asilos de ancianos, sindicatos y bibliotecas. Ha publicado Doble de alma (1995); Cambiar las armas (1997); Loba negra (1999) y Cotillón para desesperados (2001)
<<< Volver |