Ángel González

Ángel González (Oviedo,1925) es uno de los más notables poetas españoles de la llamada Generación del 50. Entre sus libros mejor conocidos figuran Áspero mundo, y Sin esperanza, con convencimiento. Su obra completa ha sido recogida en varias ocasiones en Palabra sobre palabra. Con el título de Harsh World and Others Poems, en traducción de Donald D. Walsh, se publicó en volumen antológico de su poesía en los Estados Unidos. Ángel González trabaja desde 1972 en la universidad norteamericana de Alburquerque, estado de Nuevo México.

Usted estudio inicialmente la carrera de Derecho…

Realmente lo estudié por comodidades de todo tipo, incluso económicas, era un momento difícil en la vida española en general y concretamente en la mía, en la de mi familia. En Oviedo había universidad, había la posibilidad de estudiar filosofía y letras, derecho, química, alguna que otra cosa más. Y yo elegí derecho porque parecía que era la carrera que permitía ganar dinero más rápidamente una vez terminada, solo por esa razón, la carrera, solo por esa razón, entonces la carrera de filosofía y letras tenía muy pocas posibilidades económicas, para los que terminaban y por esa razón puramente práctica y de comodidad elegí la carrera de derecho, con bastante escepticismo, que se convirtió muy pronto en franca y clara desilusión y por otra parte cuando empecé a estudiar derecho yo no estaba nada seguro de una vocación literaria, entonces inexistente a los diecisiete y los dieciocho años que es cuando yo comencé, que tenia que vivir fuera de Oviedo, en una montaña de la provincia de León y la carrera de derecho podía ser estudiada sin esfuerzo como estudiante libre, no así para mí la carrera de letras, que también entró en mis cálculos pero me asustaban algunas materias como latín, como el griego, que yo veía más difíciles de estudiar en solitario …

¿Cuándo inicia la escritura de poesía?

Precisamente durante esa enfermedad que dura tres años, una tuberculosis pulmonar, yo comienzo a leer, sobre todo a poner al día, mucho más al día mis lecturas de poesía y empiezo a escribir poesía pero sin ánimo de publicar entonces, pensar que algún día iba a publicar mi poesía esa fue una determinación tomada bastante tiempo después de terminada la carrera de derecho incluso, cuando vi que seguía escribiendo poesía y que me interesaba más aquello que la carrera que había hecho, no me atrevo a decir que había elegido, porque casi no fue una elección por mi parte, fue más bien una imposición ambiental que una decisión personal …

Después estudió periodismo…

Después empecé a hacer periodismo. Cuando yo me reincorporé a la vida normal, en los dos últimos años de la carrera de derecho yo comencé a hacer periodismo en Oviedo, a escribir crítica de música y de la crítica de música pasé a hacer periodismo en general, todo tipo de reportajes, desde la crítica municipal hasta una sección de deportes, sin abandonar nunca la crítica de música, y algunos años después yo pensé que esa podría ser mi profesión; entonces se convocó en Madrid un cursillo acelerado llamado para periodistas profesionales, para periodista ya en activo, para darles el título, y en ese cursillo yo obtuve el título de periodista. Pero luego también esa profesión se me mostró como imposible para un hombre que ya tenía ciertas ideas políticas muy configuradas y muy fuera de lo que era entonces el sistema, y en aquellos primeros años cincuenta era realmente imposible, o últimos cuarenta yo no recuerdo bien las fechas, quizás primero cincuenta, era para mí imposible ejercer el periodismo aunque lo intenté, pero realmente me convencí de que tampoco aquel era para mí entonces un camino …

Usted viene de provincia y encuentra un Madrid provinciano consecuencia de la Guerra Civil…

A Madrid lo encuentro lleno de atractivos y de muchas más posibilidades de las que me ofrecía Oviedo, que entonces me ofrecía muy pocas: seguir practicando ese periodismo muy mal pagado en aquellos años o decidirme a ejercer la profesión de abogado, cosa que para mí era realmente imposible, yo sabía que no estaba dotado, por falta absoluta de interés, para esa profesión. De manera que Madrid me proporcionaba algunas posibilidades nuevas que yo traté de explotar, en unos años en que consumí bastante tiempo preparando oposiciones a un cuerpo burocrático de Estado que al fin acabe ganando, pero eso no era lo más importante para mí entonces, a pesar de que lo era también por la necesidad perentoria de ganar dinero, para mí lo más importante fue conocer gente, frecuentar ambientes literarios, conocer una vida muy distinta de lo que había sido entonces para mí la vida …

Usted ha defendido algunas veces esa "Poesía social" de sus amigos de entonces, cosa que parece hoy indefendible…

Así es. Claro está que las cosas no se ven por igual en una época que en otra, y en aquella época defender ese tipo de poesía, ese tipo de literatura era inevitable, para algunas personas por lo menos como yo, no había otra opción, no había otra salida; esa poesía que hoy se ve y se critica y se ve con mirada muy severa y muy crítica, respondía en primer lugar a una necesidad, y en segundo lugar no fue tan deleznable como ahora pretenden algunos hacernos ver…

Pero aparentemente la poesía no deleznable de la época es cierta poesía no-social…

Yo no lo creo así. Yo pienso por ejemplo en el primer Celaya y en otras partes de la obra de Celaya, pero sobre todo de la enorme sorpresa que supone y la enorme novedad, incluso expresiva, que supone en España la aparición de los poemas de Juan de Leceta, que plantean una temática nueva en un lenguaje nuevo, un lenguaje que luego fue deteriorado por los imitadores, por el llamado celayismo del cual no es responsable Celaya como Garcilaso no es responsable del garcilacismo y yo creo que aquello fue nuevo, brillante e importante, como fue también una irrupción de la poesía nueva y de gran calidad la poesía de Blas de Otero o la de José Hierro o la de Eugenio de Nora, para citar solo cuatro nombre que me parece que están entre los hombres más importantes de aquellos años y que todos, con una personalidad indiscutible, con matices muy distintos, todos cultivaron la llamada Poesía social …

Su poesía ha sido calificada, precisamente, como la crítica a esa poesía social…

Lo que ocurre es que no solo yo, sino muchos de los poetas de esa generación de los 50, de la generación del medio siglo, vamos, por una parte a continuar algunos puntos, algunos aspectos de la poesía que habían hecho estos poetas anteriores a nosotros, Celaya, Nora. etc., pero por otra parte vamos a cambiar la actitud sobre muchos planteamientos, vamos a alterarlos, eso en el momento de arranque, luego todo va a ser muy diferente luego va a producirse un despegue mayor frente a esas actitudes. Así como por ejemplo, ellos trataron de hacer una poesía combativa, una poesía llena de entusiasmo y optimismo, nosotros tendimos más bien a una poesía más ambigua, más teñida de ironía, de desilusión y de crítica, de crítica frente a todo el entorno político-social, no sólo lo más obvio o directamente político, que en nosotros quedó relegado una toma de conciencia frente a la sociedad en que vivíamos…

Su poesía es considerada citadina siendo usted un hombre que nace y crece en provincia…

Pronto tuve ideas bastante claras respecto a eso. Pronto me dic cuenta que la poesía española de todo el siglo y mucha de la entonces se estaba haciendo, estaba teñida de ruralismo, yo creo que desde la Generación de 1898 la temática de la poesía española, los símbolos, habían cambiado muy poco, estaban muy amanerados, muy reducidos a una España de agricultura casi medieval, de arado romano y que esa España ya estaba cambiando en los años cincuenta, estaba desapareciendo, tenía muy poco sentido para las personas como yo el utilizar esa simbología y esa temática y por eso de una manera muy deliberada huí de esa temática y centre mi atención en lo que yo creía era el mundo nuestro, el mundo de las personas como yo, el mundo de la ciudad y por esa razón insistí incluso en los títulos como Tratado de urbanismo, insistí en hacer notar, en hacer ver esa temática urbana que parece mucho más adecuada, mucho más próxima a nuestra experiencia real de la España agraria tan aprovechada hoy por los poetas …

Siendo citadina, su poesía trasunta nostalgia por el campo, por los lugares de origen…

Yo creo que hay en todos los poetas de mi promoción y eso es muy evidente en Gil de Biedma, por ejemplo, hay una preocupación no solo en él, en más creo que en él y me parece que en mí también, es muy evidente la preocupación por el paso del tiempo; en la juventud el paso del tiempo tiene una referencia a la infancia, pero por otra parte la infancia, esto lo han enseñado muchos críticos, la infancia para nosotros es el escenario, es el momento de la Guerra Civil, que de una manera tan radical va alterar nuestras vidas, de manera que la vuelta a la infancia es también, en cierto modo, en algunos momentos una exploración de aquella experiencia individual y la vez colectiva que fue la Guerra Civil y que nosotros vivimos en circunstancias muy especiales y algunos muy patéticos, unos más que otros …

En sus textos la ciudad es el escenario de opresión…

Yo siempre he tratado de hacer una poesía de la experiencia que yo entonces estaba viviendo era una experiencia urbana y me parece incluso que la vida de grandes sectores del campo de alguna manera se estaban urbanizando, estaban condenados a una vida urbana; las formas de trabajo, las formas de vida -a pesar de que tuvieran como escenario lo que hasta entonces había sido un área rural-, estaban adquiriendo caracteres de vida urbana y entonces me parecía que esa era la mayor área de experimentación para entender, para comprender la vida del hombre…

¿Cuál es su relación con Vallejo?

Es una relación de gran deudor en primer lugar. Yo leo a Vallejo relativamente tarde lo leo pues cuando tenía veintisiete años o veintiocho, hay que tener en cuenta la incomunicación cultural en la que nos hemos autoeducado las personas de mi generación. Vallejo cayó en mis manos editado en la Argentina pues cuando yo tengo veintisiete o veintiocho años y me vuelve a producir otro enorme deslumbramiento y otra enorme sorpresa; después de haber leído a Vallejo yo pienso que ya no podría escribir como antes de haberlo leído, para mi Vallejo supone uno de los grandes descubrimientos que hice después de hacer el gran descubrimiento de la poesía, cuando era casi todavía, casi, un adolescente, cuando estaba entrando en la primera juventud…

Uno de sus grandes temas es el de la supuesta inutilidad de la palabra poética tema que lo vincula con Borges…

No he pensado sobre esto. En cualquier caso, muy falto de fe en la palabra en algunos momentos explícita, está también motivada como reacción frente a las excesivas ilusiones que los poemas sociales se habían hecho en cuanto a la eficacia de la palabra, por ejemplo frente a la afirmación de Celaya de que la poesía es una herramienta para transformar el mundo, afirmación que quizás estuvimos a punto de creer en un momento determinado o en la que quizás quisimos creer pero que muy pronto nos dimos cuenta de que no había tal cosa entonces era una reacción de excepción que es mi falta de ge en la palabra, que posiblemente también sea exagerada, es decir, la palabra quizás no sea tan inútil como yo a veces he pensado, quizás la palabra tenga cierto valor de acto en ciertos momentos. En cambio lo de Borges me parece que es una construcción más compleja más intelectual, menos relacionada con esta vivencia inmediata como la Poesía social, me parece a mí, no lo sé…

También hay un mundo perdido en sus poemas…

A mi no me cabe ninguna duda, después de haber escrito la poesía que escribí y de haberme leído un poco, aunque me leo muy poco, pero de vez en cuando en lecturas públicas tengo que leerme, la poesía es un excelente medio de autosicoanalisís y me di cuenta de que ese mundo perdido era en el fondo la Guerra Civil y la pérdida de la causa que representaba la República Española, una causa en la que todo mi mundo infantil había apostado y esa derrota colectiva pues se va a transformar también en una derrota personal y familiar muy concreta, de manera que todo eso que se perdió en la Guerra Civil una serie de ilusiones, esperanzas, posiblemente transformadas por mí en algo maravilloso porque yo era entonces un niño que no sometía a análisis las vivencias, la pérdida de todo eso es lo que también se parecía en mi poesía, pérdida de la infancia, paso del tiempo, pérdida de una serie de ilusiones representadas en la derrota sufrida en la Guerra Civil y después, pequeñas batallas personales perdidas en el terreno del amor, etc…

Además de la sospecha de un mundo mejor…

Posiblemente eso tenga que ver con mi ideología política, entonces mucho más apegada al marxismo y con muchas más ilusiones en actitudes marxistas que lo que es ahora, posiblemente había un sentimiento utópico de una sociedad mejor que pudiera alcanzar si uno utiliza la razón y fuera coherente con su condición de ser racional…


®Harold Alvarado Tenorio