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Carlos Contramaestre
Carlos Contramaestre nació en Tovar (Venezuela) en 1933. Escritor experimental, su literatura, sarcástica la mayor de las veces, trata de impugnar un mundo que no puede compartir. Médico, desde 1969 es director del Centro Experimental de Arte de la Universidad de los Andes. Fundador de El techo de la ballena, ha publicado Armando Reveron, el hombre mono (1969) Homenaje a la necrofilia (1962) y Salve amigo, salve adios (1961).
¿Es determinante en el escritor el sitio donde nace?
Yo pienso que el lugar es determinante, en la medida que las vivencias personales son intransferibles, y es lo que permite que esa memoria se explaye y defina situaciones particulares. Es evidente que en quienes esto puede influir más en los narradores, mayor riqueza otorga el mundo de la provincia que la ciudad que le corresponda en buena o mala suerte durante la infancia.
¿Qué leía cuando estaba niño?
Lo que más odiaba era la literatura que enseñaban en los liceos, donde a la edad de doce años me pusieron la interpretación de un capítulo de Dante y otro sobre La Celestina. Por supuesto realicé el trabajo de La Celestina porque la anécdota estaba más cerca del humor nuestro. Dante, la enseñanza de Dante, hecha por profesores inconcientes y desnaturalizados fue tan laberíntica que nunca pudo apasionarme y pienso en general que eso es lo que hacen los profesores de literatura, producir un rechazo hacia las letras, de cualquier persona que se inicie en ese conocimiento. Este rechazo por la literatura duró hasta que conocí , por extraña casualidad el libro Istmos de Ramón Gómez de la Serna , donde como una especie de mago, el autor multiplicaba las posibilidades del mundo de la creación en la poesía, en la pintura, etc … es decir, abría las puertas a un iniciado.
¿Y las pasiones de juventud?
Prácticamente mi adolescencia comienza en Valera y de modo muy difícil para mí porque yo venía de otro estado, de Mérida, donde había dejado todos mis amigos, todo mi mundo. La adolescencia es el sitio donde empiezan a resolverse todas esas pasiones latentes que empiezan a tomar el cuerpo. El mundo de los fotógrafos de minuto y en general el mundo de la pensión de mi mamá, descubrieron todas mis pasiones. Descubrí la calle Vargas, en ese entonces la calle de las putas, donde me inicié en el amor y en la bebida (que siguen siendo mis pasiones). No podré olvidar nunca a La Pavoreal ni a la Raboecandela , así como también no puedo olvidar las primeras fiestas que realizamos en los lenocinios acompañados de Adriano González León y Alfonso Montilla. La otra pasión nació por la pintura y las letras, en un grupo donde comenzamos a leer a Azorín, a Gallegos, a Eremburg y a Herman Hesse.
Usted a pertenecido a varios grupos literarios.
En Valera más que un grupo literario fue un grupo de amigos que se reunía en casa de Adriano González León, donde íbamos a oír música, a leer y a discutir algunos libros, a hablar de política y a dibujar. A veces nos íbamos al campo y yo hacía algunas acuarelas o eventualmente el retrato de alguno del grupo. Fue decisivo el viaje de Adriano a Caracas, desde donde él empezó a "envenenarnos" con libros marxistas, libros sobre Picasso, y en general a través de sus cartas, que trataban de impedir que el grupo se dispersara. Más que cartas amistosas, eran regaños ante cualquier peligro de disolución. Posteriormente viajé a Caracas y en el año cincuenta y cinco cuando empieza a gestarse el grupo Sardio, del cual fui integrante hasta el año cincuenta y seis, donde conocí a Salvador Garmendia, Ramón Palomares, Izaguirre, Garcia Morales, etc. En ese año me voy a España a estudiar medicina y conozco en Madrid a algunos integrantes del grupo el Paso, pintores como Feito, Lagos, Méndez y al regresar a Venezuela, después de la caída de Pérez Jiménez, Sardio continuaba, pero discrepo de el por la orientación ideológica de la mayoría que eran Adecos. De allí surge la necesidad de subvertir un poco a Sardio, esto coincide con la salida del último número, hecha por Edmundo Aray, Gonzalo Castellanos, Adriano y Perán Ermini, que dedican este número a la revolución cubana, significando esto la desaparición de Sardio como grupo y como revista, ya que los nombrados tomaban una posición distinta a la de los Adecos.
Yo veo la oportunidad de crear una cosa nueva, que agrupe a la gente en disidencia y que se va llamar El Techo de la Ballena. Esta ruptura surge por el hecho porque el partido que está en el gobierno es Acción Democrática, son los años de mayor violencia política, de grandes persecuciones, y se hace necesario responder a la violencia del gobierno, si bien por la violencia de las armas, que ya estaban en acción en el país, por las vías de la literatura y la pintura. Caupolicán Ovalles, antiguo militante de Acción Democrática se hace integrante del Mir y publica en las ediciones de El Techo de la Ballena su libro ¿Duerme usted señor presidente? (1961), libro que constituye la mayor acusación, por su agresividad, al entonces presidente de la república Rómulo Betancur y que le vale el exilio, refugiándose en Bogotá pues la policía política del régimen le busca para matarle. Adriano González León, que había hecho el prólogo, por sólo eso es detenido a su regreso de Cuba, en Noviembre de 1962. Yo realizo una exposición que significa en cierto modo lo que Caupolicán ha hecho. Ante la muerte, que se multiplica por las calles, hago una exposición que se llamó Homenaje a la necrofilia, donde camuflada con ornamentos eróticos aparece la muerte, la muerte como acusación política. Esta exposición fue clausurada por la sanidad y por la policía, porque estaba hecha con vísceras y huesos de animales, y el texto que la acompañaba era una defensa de la necrofilia, en cierto modo como defendiendo al revés los crímenes del presidente.
¿Qué significaban para usted en ese tiempo el amor, la muerte, el espacio?
La palabra "amor", que si la vemos así suelta en el aire nos puede parecer sin sentido y cargada de cursilería, nunca sabemos qué es … Y sin embargo, empezamos a tener conciencia de ella en la adultez, después de haber entendido que sin esa "dosis" afectiva, no hubieras podido gatear, mucho menos soportar todo ese peso que es la vida, y que todos los días nos hace conocer esa otra mala palabra "odio", que es como la inversión del término, o ni siquiera eso, sino la hiper-realidad hacia los cañonazos de esa misma vida. De todos modos, cualquier acto, cualquier poema, cualquier pintura, cualquier proposición, está cargada de esa bipolaridad que nos hace sentirnos de esta tierra y no de Marte. De otro lado siempre he sido enemigo de ver la muerte con una guadaña, porque es la peor visión, o sea, el humor es incompatible con ella. Siempre he seguido los pasos de Posada, que se burló de ella casi hasta matarla … Y descubrimos a la larga que la muerte, a quienes juegan con ella, los eterniza. Si hay dudas al respecto, véase la Muerte Catrina de Posada, o mi humilde Necrofilia. Gracias a ella hemos trascendido y somos casi un mausoleo visitable.
¿Tiene como profesión la escritura?
En realidad nunca he pretendido ser escritor de profesión. Sí he escrito algunas cosas, lo he hecho por la necesidad expresiva, y creo es la forma más honrada de ejercer la escritura. Lo otro estaría fuera de los previsto por mí y reñido con mis principios personales. Incluso pienso que cuando escribo, si el resultado el "literario" es a pesar mió. Para alguien que crea en la escritura como instrumento subversivo, mal estaría que pretendiera auto-criticarse "literariamente". Escribo textos como catarsis y nunca preveo la calidad…
¿Qué otras cosas le interesan?
Siempre me ha interesado lo relacionado con la alquimia y la magia, son mis lecturas preferidas, los poetas metafísicos ingleses, la literatura de caballerías y por supuesto todo lo relacionado con la pintura. Me interesa mucho la novela picaresca y Cervantes.
®Harold Alvarado Tenorio |