Novecento reúne poemas de tres de los grandes poetas italianos del siglo pasado en una selección y traducción del venezolano Teódulo López Meléndez, quien también ha preparado juiciosas introducciones a cada autor.
Eugenio Montale (1896-1981), premio Nóbel italiano, nacido en Génova, combatió en la I Guerra Mundial y en 1928 fue nombrado director de la biblioteca del Gabinete Vieusseux, en Florencia, trabajo que abandonó en 1938 a causa de sus convicciones antifascistas. Montale fue un lector apasionado de la literatura de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Temas como el futurismo y el simbolismo le interesaron extraordinariamente, así como los trabajos de distintos escritores, entre ellos Marcel Proust y T. S. Eliot.
Giuseppe Ungaretti (1888-1970), nació en Alejandría, pero pasó su juventud en París donde fue amigo de Guillaume Apollinaire, Charles Péguy y Paul Valéry. Su experiencia como soldado en la I Guerra Mundial le inspiró a la hora de escribir sus dos primeros libros donde ya están presentes los temas predominantes en su obra: la ausencia de hogar o de la patria. Trabajó en el ministerio de Asuntos Exteriores en Roma desde 1921, se convirtió al catolicismo en 1928 y comenzó a trabajar como periodista en 1930, antes de ejercer como profesor de literatura italiana, primero en São Paulo, Brasil, entre 1936 y 1942, y más tarde en Roma, hasta el año 1959. Fue uno de los fundadores del hermetismo, movimiento que exalta la poesía basada en los sentimientos personales, y al que pertenecieron también Eugenio Montale y Salvatore Quasimodo.
Salvatore Quasimodo (1901-1968), nacido en Modica, comenzó a escribir mientras trabajaba como ingeniero de caminos. Fundó la escuela hermética, un grupo de poetas italianos que como no podían criticar abiertamente al fascismo, tenían que escribir de un modo velado, utilizando complejas simbologías y un estilo extremadamente rebuscado. Después de la II Guerra Mundial, su escritura se hizo más comprometida y reflejó su oposición al régimen fascista, los horrores de la guerra y el sentimiento de culpa experimentado por el pueblo italiano. Recibió el Premio Nóbel de Literatura en 1959 por expresar “la trágica experiencia de nuestra época”.
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