La musa contra el dictador
"Cecília, usted es tan fuerte y tan frágil. Como la ola al término de la lucha. Pero la ola es agua que se ahoga: Tu no, tu estás a salvo." Manuel Bandeira (en "Improviso" en el libro '' Belo, Belo '')
Cecília Meireles en la década de 30 rompió a con todos
los tabús de una sociedad al defender una política menos casuística
y una educación moderna.
A través de sus artículos en la política, educación
y cultura, Cecília nos ofrece otra cara de aquella que fue conciderada
la musa transparente, fluida y etérea de la literatura brasileña.
Es sinónimo de isla - aislamiento -, para Sérgio Milliet:
la escritora cuya poesía "no se insertó en el drama colectivo
de su generación". Para el crítico Mário da Silva
Brito, Cecilia Meireles dejó sus marcas en su trayectoria intelectual,
fue una defensora de la idea universal de democracia, en un período
en que la incoherencia y las pasiones por el autoritarismo arrastraron jóvenes
intelectuales.
Los inicios de Cecília Meireles en la redacción periodística
ocurre en los años 30s, década marcada por la transición
de dos grandes guerras y, en Brasil, por la revolución de octubre.
Aparecieron entonces, periòdicos que refutaban al nuevo régimen.
Así surgiò el diario "Diário de de Notícias" en junio de 1930.
Más que un simple matutino, el periódico de Orlando Dantas
y Nóbrega de Cunha traía una sección diaria dedicada
a la educación y la política, la "Página de Educación"
cuya directora era entonces la joven poeta. La periodista liberal, partidaria
incansable de las libertades individuales, en sus 960 artículos publicados
en la "Página", entre junio de 1930 y enero de 1933, luchó
por la instauración de una república democrática, muy
diferente de aquella regida por el populismo autoritario, régimen
que se revelava en el país después de la revolución.
Realizó críticas inflexibles acerca de las actitudes de Vargas,
a quién se refería como "Sr. dictador". Cecília
realizaba em su "Página" una especie de periodismo "enragé".
Al sostener una idea de nación menos ufanista, coleccionó
enemigos y desacuerdos alrededor de sus convicciones sobre libertad, entre
ellos el ministro de Educación Francisco Campos y el crítico
católico Alceu de Amoroso Lima, quien años después
en su libro de memorias, los "Companheiros de Viagem", de 1971,
reconoció en la poeta "una gran figura femenina del modernismo."
La truculencia ideológica del período exige mostrar, sin embargo,
que las persecuciones por motivos ideológicos, políticos y,
por que no, estéticos, acompañaron a la debutante Cecília
a lo largo de los años treinta. Y ellos parecen acompañarla
hasta los días hoy, debido a lectura equivocada que se hace de su
trabajo y de un desconocimiento total sobre su pasaje por la política
en los años siguientes a la Revolución del 30 y, después,
durante el período del Estado Nuevo.
Partidaria de los principios de la Nueva Escuela, la escuela moderna del
filósofo norteamericano John Dewey junto con Anísio Teixeira,
Fernando de Azevedo y Lourenço Filho, Cecília asistió
a la ascensión de un estado autoritario y de una Iglesia católica
que intentaba recuperar su poder después de 40 años de una
república laica, con aires positivistas.
La Revolución del 30 trae a la Iglesia católica la posibilidad
de recuperar su poder, ya que su popularidad se presentaba de manera indiscutible.
En 1931, por ejemplo, Nossa Senhora Aparecida es consagrada patrona de Brasil
en una gran fiesta popular. Y el 12 de octubre, tambiém de 1931,
a título de conmemoración de un año de revolución,
es inaugurada, en Rio de Janeiro, Distrito Federal, la imágen de
la fidelidad católica de un régimen: Cristo Redentor.
La inclusión de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas,
en 1931, por un decreto de Vargas, despertó a la poeta y a sus compañeros
para la verdadera cara de la Revolución del 30. Un movimiento totalmente
apoyado por el grupo en sus orígenes.
En la batalla contra el decreto de la enseñanza religiosa, Francisco
Campos fue figura central de las críticas de la poeta.
"Ustedes vieron el caso del sr. Francisco Campos", escribe en
el artículo" La Hora del espectáculo", "vino
precedido de una fama extraordinaria de muchacho prodigio. A cada paso era
citada la reforma de enseñanza mineira (de Minas Gerais), que nosotros
siempre aplaudimos con restricciones, como la obra glorificada del sabio
de Indiaiá. La reforma ya traía desde su gestación
el mal presagio, el fantasma del clericalismo. ¿Qué fue lo
que hizo como ministro de educación?. Anunció una reforma
que apareció fragmentada y confusa, como arrancada "a las malas"
de su cerebro reconocido como brillante. . Todos los periódicos protestaron,
protestaron los interesados, uno por uno, y el ministro iba y venía
entre Rio y Minas, como si no tuviese la responsabilidad formidable del
cargo que le dieron y con el cual, infelizmente no estaba satisfecho. Y
ordenó el decreto sobre la enseñanza religiosa, como la última
y desgraciada maniobra para inutilizarse como ministro de Educación...".
La escuela laica, así como la coeducación de los sexos y el
mantenimiento de una escuela pública libre de los controles arbitrariosde
la familia y de la iglesia, eran las principales banderas de Cecilia en
la "Página". Principios enfrentados con verdadera aversión
por el portavoz de la Iglesia católica, el crítico Alceu Lima
Amorosa. En el artículo "Absolutismo Pedagógico",
de marzo de 1932, sobre el Manifiesto de la Educación lanzado por
el grupo de la Nueva Escuela, Alceu afirma: "Cinco son los medios que
recomienda nuestra NEP (1) para la obtención de biologismo y el estadismo
pedagógico: la ruptura del cuadro familiar, laicidad, gratuidad,
obligatoriedad y coeducación."
La campaña de Meireles, en la prensa, si no limitara a defender el
programa liberal de la Nueva Escuela. Llevada por un deseo irrefrenable
de combate contra los "lagartos" y la politiquería reinante,
Cecília, sin una duda, se hacía oir en el Palacio de Catete.
"El sr. Francisco Campos", decía ella, "parece que
resolvió dar cada día puebas más convincentes de que
efectivamente entiende absolutamente nada de pedagogía. Que su pedagogía
es una pedagogía de ministro, es decir, de politiquería...".
Cualquier actitud sectaria merecía la pena para el poeta-periodista
un artículo reflexivo. Y así mismo lo hizo cuando Manuel Bandeira
fue invitado a participar de jurado de Sala de Bellas Artes de 1931, recibió
severas críticas de los pintores académicos. " Hay una
situación que parece ser desagradáble: la inclusión
de un poeta en una comisión de bellas artes. Tal vez, si fuera un
poeta parnasiano, académico, lleno de lugares comunes y de preocupaciones
pronominales, el descontento sería menor. Se trata, sin embargo,
de Manuel Bandeira."
La "Página de Educación" termina para Cecília
en enero de 1933, cuando una tremenda fatiga por las maniobras políticas
del gobierno y el estado de la educación en Río de Janeiro
la toman completamente. Ella misma llega a manifestar en su correspondencia
el "horror" que causaba el periodismo en su vida.
Sin embargo, poco después se su despedida de la "Página
de Educación", Cecília Meireles vuelve a los periódicos.
Esta vez para el carioca "la Nación", en la que fue contratada
con una condición: podría escribir sobre todo, menos sobre
política.
La poeta dedica toda su vida al periodismo. En la década de 40 escribe
para "La Mañana" una columna semanal folklore. Pronto después,
en la década de 50, de regreso al "Diario de Noticias",
ocupa la famosa separata literaria del "Suplemento Lite rario"
por el ya habían pasado Mário de Andrade y Sérgio Buarque
de Holanda. Termina su carrera en la prensa en la década del 60,
en la Hoja.
En ninguna otra época de su vida, como en la década del 30,
Cecilia Meireles tuvo una participación tan intensa, tan colectiva,
tan política. Como afirmara Mario de Andrade, en el artículo
"El Movimiento" Modernista, "estamos viviendo una edad política
del hombre". Cecília, en la década de 30, parece haber
llevado a las últimas consecuencias esa determinación de su
generación Fue política donde lo era necesario, en las luchas
de educación, en el periodismo, en las disputas académicas.
Nunca en la poesía, dónde fue por "Definición:
/ la Cáscara, pero de oreja; / El agua, pero de lágrima; Aire
con sentimiento. / _Brisa, vibración / Del ala de una abeja".
Si la historia de la literatura ignora la Cecília Meireles de la
lucha política, también ignora que sufrió persecuciones
de la censura de Vargas, de los Católicos y en los concursos literarios.
El primero desencuentro con Alceu Lima Amorosa ocurre en 1929, cuando Cecília
compite para maestro vacante de la Literatura brasileña para la Escuela
Normal. La joven profesora todavía no era la poeta consagrada de
'' Viagem'' (1939), '' Vaga Música '' (1942) y "Mar Absoluto''
(1945), aunque ya fuera considerada por los modernistas cariocas una revelación,
con sus libros "Espectros '' (1919) y '' Baladas para el El-Rei'' (1925).
Compitió por la vacante con la tesis ''El Espíritu Victorioso'',
un trabajo francamente liberal en que disertó sobre la libertad individual
en la sociedad. Y perdió. Antônio Carlos Villaça, en
"Tema y Voltas '', es enfático: "Clóvis Monteiro
derrotó a Cecília, que siempre guardó tristeza de Alceu
(Lima Amorosa) por haber votado por su adversario.
La disputa hasta allí podría resumirse en meros problemas
de orden pedagógico. Clóvis Monteiro era un técnico
de educación sin ninguna pretensión literaria. Sin una duda,
su perfil, en una época en que la por un tiempo en que la valorización
de la tecnocracia ganaba espacio, agradó mucho más que la
joven profesora y poeta.
Después de cinco años y todo el furor causado por la "Página
de Educación", Cecília inaugura en 1934 con su marido,
el pintor Correia Dias, el Centro de Cultura Infantil, en el "vacío
y abandonado prédio" (en las palabras de ella) del Pabellón
de Morisco, en la playa de Botafogo, en Río. En la administración
de Anísio Teixeira, el centro recogió "mil quinientas
inscripciones de lectores."
En 1937, en el medio de la validez del Nuevo Estado, el centro es invadido
por el intervenor del Distrito Federal, quien incauta de la biblioteca el
libro "Tom Sawyer", de Mark Twain, por considerarlo comunista.
El caso tuvo repercusión internacional y nacional. En el artículo
"La última aventura de Tom Sawyer", el académico
Austregésilo de Athayde que el '' New York Times '' haya denunciado
al mundo que, en Brasil, el clásico americano fue retirado de los
estantes de una biblioteca infantil por ser considerado material subversivo.
Después de la invasiòn policial, la alcaldía decide
cerrar el Centro de Cultura Infantil y en su lugar instalar un depósito
fiscal.
Más escandaloso todavía fué el caso del premio de la
poesía promovido por la Academia brasileña de Cartas en 1938.
Cecília Meireles, en un "extraño éxtasis femenino",
según las palabras de Mário de Andrade, decide candidatizarse
para el premio con el libro '' Viagem ''.
Con ella disputaron 28 "oscuros" candidatos.
Ante el disparate de "los oponentes", el relator de la comisión
del premio, Cassiano Ricardo, y los demás miembros de la comisión,
Guilherme de Almeida y João Luso, que ellos decieron atribuir un
único premio a Cecília Meireles. Decisión que causa
furor no sólo en la prensa, también al académico-doctor
Fernando de Magalhães.
La noticia gana espacio en los diarios. El periódico nazista "Medio
día" publica un reportaje con el título de los "
Inconvenientes de los versos de la Poetisa Cecília Meirele. El estruendo
de tal noticia apareció hasta en las páginas de la misma "Gaceta
Policial".
Carlos Maul conservador polémico y crítico, autor del hilário
"La gloria escandalosa de Villa-lobos de Heitor " jugó
todas sus cartas en el libro " Pororoca" ('' el Taladro ''), del
amazonense Vladimir Emmanuel, ya que la poesía de "Viagem '',
según él, era "vaga y difusa."
Cassiano Ricardo, sin embargo, predijo: "Cuando el uirapuru canta que
todos los otros pájaros se silencian". Para calmar los ánimos,
se decidió dar el primer premio para " Viagem", no por
unanimidad, porque una vez más Alceu Lima Amorosa fue el voto en
contra, al lado de Fernando de Magalhães. Y el segundo premio acabó en las manos de Emmanuel.
Escogida, decide hacer el discurso para la entrega de premios. Cecilia se
vió de nuevo enredada en marañas políticas. Su discurso
sólo fue aceptado después de una lectura meticulosa por parte
de los académicos Levi Carneiro y Oswaldo Orico. Ante ese nuevo acto
de censura Cecilia se negó a leer el texto en la ceremonia. De nuevo
la Academia brasileña de Cartas estaba bajo la linterna pequeña
de la historia.
Valéria Lamego