Acerca de F.G

Ferreira Gullar (Sâo Luís do Maranhão, 1930) , hizo parte del movimiento concretista que comandaba Décio Pignatari y los hermanos Haroldo y Augusto de Campos. Luego pasaría al neo-concretismo y en los años sesenta abandonó ambas corrientes.

Gullar se dio a conocer con la publicación de A luta Corporal (1954) Los dos conceptos indican las intenciones del autor. El cuerpo está en lucha con el mundo para poder asirlo, entenderlo, gozarlo, padecerlo. En el cuerpo residen los presentimientos, las venganzas, las aventuras. Nada metafísico asiste al hombre, sólo el mundo concreto de su cuerpo. Gullar entra -con la mirada- a saco en los objetos y los vacía: aves, frutas, mundo, serán carnaza de su poesía.

Muerta,
flota, en el suelo.
Gallina.

No tuvo el mar ni
quiso ni comprendió
aquel picoteo casi feroz. Pico-
teaba. Miraba el muro,
lo aceptaba, negro y absurdo.

Nada perdió. El terreno del fondo
no tenía
ninguna belleza.

Ahora,
las plumas sólo son lo que el viento
roza, leves.
Perdieron
todo resplandor, el miedo.

Muerta. Se evapora el ojo seco
el sueño. Ella duerme.
¿Dónde? ¿dónde?

(La gallina)

Luego de la lucha corporal traza en su poesía mundos abstractos, lejanos del lenguaje común, para intentar cazar el significado y no las cosas en sí. Los ejercicios concretistas lo llevaron a la destrucción del sentido. Pero pronto superaría esta etapa de sus búsquedas. En los años sesenta el poeta vuelve los ojos hacia la sociedad y descubre, en la vida cotidiana, el manantial donde brotan los poemas que componen Dentro da Noite Veloz.
Dentro da Noite Veloz es un intento por asir la vida, con sus manifestaciones y elementos, en medio de conflictos sociales, políticos y sicológicos. Lo concreto es en estos poemas todo lo que está atado a las luchas del individuo y la colectividad; el hombre que trabaja y la mujer que trabaja; sus afectos y rencores, con una poesía vivida en la extensión de los cuerpos, oscuros o vibrantes, con carencias, sedientos, cálidos, haciendo que la palabra sea sabia de la vida:

Sin ninguna esperanza
me detengo frente a una vitrina de carteras
en la Avenida de Nuestra Señora de Copacabana, domingo,
mientras el crepúsculo se desata sobre el barrio.

Sin ninguna esperanza
te espero.
En la multitud que va y viene
y entra y sale de los bares y los cines
surge tu rostro y desaparece
en un destello
y el corazón dispara.
Te veo en el restaurante,
en la fila del cine; de azul
diriges un automóvil; a pie
cruzas la calle
espejismo
que finalmente se desintegra con la tarde sobre los edificios
y se desvanece en las nubes.

La ciudad es grande
tiene cuatro millones de habitantes y tú eres una sola.

En algún lugar estás a esta hora, inmóvil o caminando,
tal vez en la otra cuadra tal vez en la playa
tal vez converses en un bar distante
o en el balcón de ese edificio de enfrente
tal vez estés viniendo a mi encuentro, sin que lo sepas,
mezclada a las personas que veo a lo largo de la avenida.

¡Pero qué esperanza! Tengo
una oportunidad entre cuatro millones.
Ah, si al menos fueses mil
diseminada por la ciudad.

La noche se alza comercial
en las constelaciones de la avenida
Sin ninguna esperanza
prosigo
y mi corazón va repitiendo tu nombre
ahogado por el estruendo de los motores
llevado por el humo de la gasolina quemada.

(Por la calle)

Gullar irá progresivamente entendiendo que el hombre histórico, el individuo en crecimiento, uno más entre la multitud, será el objeto ineludible de la poesía de los años de fin del siglo. Dará entonces sentido a sus hechos, estrictamente personales, como lo había entendido Bandeira. Lo que entendemos como subjetivo alcanza en sus poemas una dimensión inédita, tejida de persona y mundo. El hombre, Gullar, está solo. Hablar de sí será hablar del Otro.

Poema Sujo (1975) resume esta nueva actitud y visión del mundo en un poema sinfónico donde concurren por igual yo, nosotros, historia y eterno presente. Mito y mímesis a través de la memoria, es una larga exposición real o imaginaria de la ciudad del poeta. Sâo Luís do Maranhão, cosas, seres, luces, voces, olores, fugas, frivolidades, sucesiones, olvidos, indiferencia, miedo y pasión. Una memoria-saudade y una memoria desencantada, que borra cualquier pretensión que no sea la música misma, el tono del poema.

Harold Alvarado Tenorio