No me abandones
No me abandones
Hay que olvidar
Todo puede olvidarse
Se olvidará este tiempo
de malentendidos
y tiempo perdido
y sabremos cómo
olvidar esas horas
que a golpe de por qués
mataron el corazón de la felicidad.
No me abandones
No me abandones
No me abandones
No me abandones
Yo te daré
las perlas de la lluvia
que vienen de países
que ignoran las lluvias
Cavaré en la tierra
luego de mi muerte
para cubrir tu cuerpo
de oro y luz
Haré un país
donde el amor sea rey
donde el amor sea ley
donde serás la reina
No me abandones
No me abandones
No me abandones
No me abandones
Yo crearé absurdas palabras
que tú comprenderás
Te hablaré
de aquellos amantes
que vieron dos veces
arder sus corazones
La historia de aquel rey
muerto por no haberte encontrado
No me abandones
No me abandones
No me abandones
No me abandones
Hemos visto hacer fuego
al viejo volcán apagado
Las tierras que han ardido
dan mejor maíz
que el mejor Abril
y cuando llega la tarde
para que un cielo queme
el rojo y el negro
no pueden mezclarse
No me abandones
No me abandones
No me abandones
No me abandones
No lloraré más
No voy a llorar más
Ni más hablaré
Me esconderé aquí
a verte bailar y reír
Déjame ser la sombra de tu sombra
la sombra de tu mano
la sombra de tu perro
No me abandones
No me abandones
No me abandones
No me abandones
Traducción de
Harold Alvarado Tenorio
Jacques Romain Georges Brel
(Schaerbeek,1929 -1978), nació en una comuna al norte de
Bruselas, vivió en París y sus últimos años en las Islas
Marquesas en la Polinesia Francesa. A principios de los 50 se
mudó a París, donde se dedicó a escribir música y canciones en
los cabarets y music-halls. Cantor de la vida cotidiana, compuso
melodías vivaces y llenas de ritmo como canciones solemnes y
tristes. Las letras románticas de Brel revelaban cierta
oscuridad y amarga ironía. Hizo certeros retratos de los
llamados desechos de la sociedad, los alcohólicos, vagabundos,
drogadictos y prostitutas. Durante más de 20 años fue una una de
las estrellas rutilantes de la canción francesa. En 1973 se
retiró a la Polinesia donde permaneció hasta 1977, cuando volvió
a París donde murió de cáncer de pulmón.