Heridas tibias
Es extraño que uno tenga
guardado un llanto de heridas tibias
en la palma de la mano,
y que ese llanto emerja
cuando la herida fría vuelve a entibiarse
hasta arder en una tarde
vieja como el tiempo.
Es extraño llorar solo, solamente
en la oscuridad,
como con vergüenza de macho
aunque las heridas duelan
sin distinción de sexo.
Uno le presta atención al llanto guardado,
entonces fluye ese amontonamiento de lágrimas
que moja
toda la noche, todas las sábanas,
toda la carne abierta de un tajo frío,
con agua contaminada
por las miserias del tiempo.
Lluvia
La lluvia de Noviembre
arrecia
atravesando el tejado,
metiéndose en una cama húmeda,
mezclándose con calores y sudores y salivas,
y gemidos
y luces calientes
de relámpagos interminables.
Vuelos
Encontré un gorrión muerto
y lo enterré junto a un rosal
en el jardín de mi madre.
Las raíces absorbieron restos
del pájaro
y las flores cambiaron de color
al cabo de un tiempo,
tanto que las rosas, ahora rojas,
parecen volar en días quietos.
Alguna abeja se mete en las rosas cada tarde
y el pajarito ya está, diminuto,
en algunos panales, poblando la miel,
dulce como ese vuelo que seguirá cambiando
de forma
imperceptiblemente,
misteriosamente,
sugiriendo que la muerte parece ser
apenas
un cambio de ropas.
Jaulas
Un pájaro canta afuera de la jaula
como con miedo
a sus ganas de encerrarse.
La puertita está abierta,
y el agua y el alpiste
cantan más fuerte que el pájaro,
llamándolo.
Pero al fin se escapa
volando un vuelo azul
que lo aleja del alpiste, del agua
y de la trampa de una puertita abierta
que grita su fracaso.
Juan Mildenberger (Crespo, 1966), pintor y poeta ha publicado Un Tajo en el agua ( 2003). <<< Volver |