Esteban Moore

“Mirá eso, pronto no lo volverás a ver”

El sol arde en los rastrojos de trigo
rebota en la ruta —forma espejismos en la distancia
estábamos entrando en la
curva anterior al cruce de la laguna
la cupé se inclina decidida en el peralte
repentinamente mi padre comienza a bombear los frenos
las cintas chillaron en las campanas
y casi me golpeo contra el parabrisas
cuando con un volantazo firme
bajó a la banquina poceada
casi gritando: “Mirá eso, pronto no lo volverás a ver...”
Eran Martín Gálvez y Degregori –el viejo como le decía Cancela reseros de oficio
montados en caballos bien mantenidos -un colorado de troncos negros y un tobiano
—que por su buena rienda nunca tendrían necesidad de ser sofrenados en la luna /aún recuerdo los grandes cojinillos y los recados cargados -encerados -ponchos-botas de vino y lazos a la asidera nada de prendas de plata
-sólo la rastra de Gálvez y el cabo de plata en la cintura
Degregori usaba una faja negra que sostenía una cuchilla marca cocodrilo
reconocida por su filo y «especial para la faena» como sabía decir/
Arreaban por la cuneta una tropa de vacas gordas -30 y pico o quizás 40
-algunas machorras en el lote
“las llevan a lo de Cardoner...
hoy -hay remate especial...”
dijo mi padre al tiempo que levantaba su brazo para saludarlos
luego de ser correspondido
se calzó con firmeza el panamá de ala angosta
acarició dos o tres veces con la punta de la bota
el acelerador de la Chrysler
—una baturé descapotable del 36 – 6 en línea -con radiador de aceite
y llantas de rayos—que rugió ronca antes de morder nuevamente el concreto de la 205
primera —segunda —el bramido del motor flotaba puro en la mañana caliente
tocó la palanca de cambios -punto muerto —aceleró en vacío antes de enganchar la directa
me da un golpe de vista y comenta satisfecho que estaba tirando los cambios sin usar
el embrague
clava los ojos en el cemento y el cielo de nuestro horizonte inmediato....
....y nos perdemos hacia el futuro

Mujeres tomando té

Las cinco mujeres sentadas alrededor de una mesa
plena de masas y confituras y blancas tazas de tibia porcelana humeante charlan exhibiendo
una exasperada amabilidad
El múltiple y repetido lenguaje gestual - la inflexión y el volumen de las voces que pueden ser oídas en toda la confitería
las muestran seguras de sí mismas
En ellas todo es brillo
Brillan los rostros cubiertos de maquillaje
-las cabelleras recién peinadas
el metal de las pulseras -los collares -las gargantillas -los anillos -los relojes
el colorido estampado de la vestimenta - todo muy fashionable
las carteras y el calzado –tienen su brillo y un aroma a nuevo
que se mezcla
con los dulces perfumes derramados con exceso en las pieles maduras- que brillan
Brillan también los labios de renovada pulpa
y los pechos escotados descubren
una abundante firmeza recientemente adquirida
Estas mujeres
que con un vigor inusual lanzan sus frases en simultáneo
¿conocerán de su hombre secretos de guardar?

En un estadero, camino de Quirama, en Medellín

Hombres de piel tostada
beben en silencio ron, aguardiente o cerveza
la música a todo volumen
-electriza los cuerpos

Alrededor de la barra un grupo de mujeres habla y ríe
ensayan pasos de baile
al compás de sus movimientos -elegantes -seductores
agitan las negras cabelleras
que bajo el halo de la luz fluorescente se encienden
reflejando en sus ondulantes destellos pequeños relámpagos
-culebras voltaicas

....sobre la barra desde un gigantesco afiche
marilín en el apogeo del peróxido
preside la fiesta.


Esteban Moore (Buenos Aires, 1952), periodista, ha traducido a numerosos poetas de expresión inglesa como Dylan Thomas o Seamus Heaney. Su último libro se titula Partes mínimas y otros poemas (2003).

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