Carpe noctem I
...naturaleza efímera
cuando intentamos conocernos,
cuando creemos besarnos para que se borre
el contorno de los estólidos cuerpos.
Hijos de nadie besando perdidos
el venero del suspenso en una piel ignota
que por instantes veneramos.
Infinito y real inmerso en lo continuo,
en el reflejo de los vestidos invisibles que hablan,
los tules que parecen ofrecer gestos lentísimos
y el sombrero inclinado
de un hombre sin identidad,
piedras acaso,
en el inventario de pedruscos del espejo.
Carpe noctem II
Pusiste música:
arias de Satie no escritas nunca pero
memorizadas de pronto: la infancia.
Y aplastados por la muela del Amor;
pues ¿qué sería si vos fueras sólo una criatura humana
y no el túmulo que de noche esconde
secretas penas en secretas canciones?
Carpe noctem III
Los niños. Los hijos. Y lo que es peor: lo que ellos
nos hacen «creer» cuando nos acercamos,
el hilo de su dolor,
el discernimiento —niños; sí, niños
aunque parezca mentira.
esa repetición
esa inclemencia
Carpe noctem IV
Y formas deshechas también,
que en la inmovilidad aparente de una visión
corrigen su propia aniquilación,
su propio exceso:
«no estás, no sé si estarás...»
Tu muerte aseguró que mi presencia
fuera exigua en esta noche.
Y que tu presencia degradada fuera el tesoro,
el potlatch que me provee tus dones.
La pérdida útil de riqueza acumulada
en el erial sin tiempo
donde nuestro gozo como cizaña creció,
tan real entre los sueños reales
pero tan inalcanzable entre las cosas que dijimos.
Carpe noctem V
Y sexo, sí: en lo que cada mota de color,
cada explosión, cada
ploteado,
cada nueva ilusión cromática viene a traernos
de sus
pegoteos de espuma
niños y niñas en un amargo torcer
lo que se mira:
«Queríamos que esos niños pintados
nos hablasen,
que esos grumos de color en relieve simularan
joyas y juguetes de una alegría perdida...»
carpe noctem
Carpe noctem VI
Límite de lo útil también como materia;
un continuo anhelo de amor
dicho y contenido no visible:
en cada ínfimo no su goce replegado.
en cada ínfimo sí su punta de sosiego.
y…huellas de un parvo decir cada día. En la tela,
en la lluvia, en la Historia.
¿de la grandeza de cuánta felicidad
se precipita nuestra búsqueda?
De un tiempo que sólo parece medir
el canto del grillo
Arturo Carrera (Pringless, 1948) es uno de los más notables poetas argentinos y ha publicado unas dos decenas de libros de poesía. Su obra ha sido traducida a varios idiomas. El texto de Severo Sarduy sobre Carrera permanecía inédito. <<< Volver |