Al descuido
Pensó que debía ya partir y al descuido
entrevió más allá de la ventana
un cielo gris y bajo
y creyó además por su color
percibir la tensión de un aire húmedo.
Sus ropas convenían para el clima templado
y sus ojos urdían mil detalles
e ideas vagas y ligeros enigmas.
Pensó que ya debía partir
a pesar del cansancio y de una vana suerte
y un final intuyó y el lugar de su arribo.
Sí, debía ya partir y sin apremio alguno
entrevió más allá de la ventana
un cielo gris y bajo. Casi aspiraba casi
el tibio y ensoñado aire del día.
Mas no se movió e inmóvil quedó allí
en el lugar donde el amor se oculta.
Apenas
Ahora pasan con vértigo imprevisto
hasta impedir la visión habitual
sobre frondas y calles.
Nada ya disminuye su avance
y en cada cruce laceran la memoria,
se enroscan en el cuerpo,
y sin llegar del todo aún
se van en el instante
confusos y sedientos con su apuro
y sin mirar la irredenta penuria.
Escucho apenas un bullicio de pájaros
y el chistido misterioso del viento
y siento en torno a mí la imagen remozada
de los meses antiguos,
de aquellos pasos rehechos lentamente
con aquel mismo afán de sorprender la vida.
Porque desdibujado existe sólo ahora
un rito pobre apegado al olvido
y un último y nervioso, cansado parpadeo.
Catarsis
Se abría vacilante una parte del día
y alguien intentaba un rumbo diferente
después de un lento invierno donde todos
ansiábamos calor. El alma nos pesaba
y en distintos suburbios se desleía el año
en su propio extravío. Quizá no aparecía
el obstinado escorzo sino apenas
aquel pausado andar por las horas recientes.
Pero alguien deshizo y encendió lo inestable
y no pudo la vista volverse más dichosa.
¿Regresará otra vez la ocasión no esperada?
¿Quién puede contestar de frente a tanto apuro?
Convoco a todo hecho y propongo otra suerte
para este nudo intacto que del ayer escapa.
¿Adónde puede ahora rehacerse esta imagen?
La vida sigue y sigue y uno rápido espera
soñar una palabra sin sílabas ni letras.
Trama
No miro más ningún aciago rumbo
ni el límite contiguo en el que vivo.
No ya un atrás pero sí una distancia como
si todo fuera reciente o renaciera
bajo la grata sombra de nubes estivales.
Camino, sonrío, los brazos tiendo.
Alguien llega en este mismo instante.
Julio Bepré (Córdoba, 1943), reside en Buenos Aires, donde se ha desempeñado como abogado, profesor y traductor. Su libro de poemas más reciente es Andante inmoderato (2002).
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