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Como en uno de los legendarios martinis de vodka de James Bond, el año Ian Fleming, se presenta "agitado, no mezclado" (shaken, not stirren). Pasado ampliamente el medio siglo desde que la pluma de Fleming le concediera "licencia para matar", el agente secreto más famoso del planeta continúa en plena forma al servicio de su graciosa majestad. Estos días, sin ir más lejos, anda enfrentado a una peligrosa banda de narcotraficantes en la selva suramericana. Pero mientras el rodaje en Chile de la nueva película de James Bond -y su enésima encarnación fílmica en el rubio Daniel Craig- viene acaparando el grueso de la atención mediática, el Reino Unido ha decidido desviar el foco hacia su creador, de cuyo nacimiento centenario se cumplió el pasado 28 de Mayo.
La camisa manchada de sangre que lucía Craig en Casino Royale, los zapatos armados con cuchillas de la villana Rosa Klebb en Desde Rusia con amor, el atuendo de golf de Goldfinger y un prototipo del célebre Aston Martin son algunas de las piezas icónicas que desplegará a partir del 17 de Abril una muestra consagrada a la figura de Fleming. Sólo para tus ojos, que alojará el Museo Imperial de la Guerra, propone un recorrido por la singladura del autor inglés, que entrecruza con los avatares de su personaje de ficción.
Nacido en el londinense barrio de Mayfair, Fleming completó su formación en las exclusivas aulas de Eton con su paso por la academia militar de Sandhurst. Los intentos fallidos de fichar por el Foreign Office le abocaron al trabajo de periodista para la agencia de noticias Reuters, que incluyó un periodo en el Moscú de 1933.
Cumplido el servicio en la inteligencia naval durante la II Guerra Mundial, Fleming desembocaba en el tablero de la guerra fría con la creación novelada de un espía que respondía al nombre en código de 007 y al que armaba en su lucha frente a los malvados con imposibles artefactos tecnológicos. Casino Royale (1953) inauguró una serie de 14 títulos que el escritor concibió en su casa de Jamaica, Goldeneye, donde recaló tras su boda con la aristócrata Anne Charteris, en una ceremonia que tuvo como testigo a su amigo el dramaturgo Noel Coward. La exposición incluye el escritorio en el que nacieron las aventuras de James Bond, frente a un mapa de la Mercury News Network que marcaba con alfileres la localización de los corresponsales extranjeros del Sunday Times. También se muestra el manuscrito de su conocido relato infantil Chitty chitty bang bang, junto a piezas tan sugerentes como el biquini que revelaba las magníficas curvas de la actriz Halle Berry en El mañana nunca muere.
Con su imagen de gentleman, que personificó en el propio Bond, Fleming retuvo la condición de miembro de un exclusivo club de Saint James hasta su muerte en su Inglaterra natal, en 1964. La recia institución tenía vetada la presencia de féminas en sus salones, expresión de la compartida misoginia entre el escritor y su personaje de ficción.
Sólo para tus ojos examina cómo el legado de Fleming ha devenido en una fabulosa industria cuyos réditos interminables se concentran en el mundo del cine. La cinta Quantum of solace, la número 22 de la serie e inspirada en una antología de relatos breves del autor (1960), se rueda estos días en Chile, y no sin cierta polémica; en el filme, cuyo estreno está previsto para noviembre, ese país y sus habitantes se convertirán por la magia del cine en bolivianos.
Otra polémica, ésta más vieja, también ha sazonado el año Fleming. Todo se debe a la difusión de un episodio de plagio en el que el autor se vio implicado en 1963. La idea de transformar en su novena novela (Operación trueno) al implacable Bond en un simpático mujeriego en realidad no fue suya, sino de dos colaboradores a los que tuvo que indemnizar con 50.000 libras de la época. Los documentos de aquel proceso, recogidos en el libro La batalla por Bond, de Robert Sellars, desaparecerán de su segunda edición después de que los herederos de Fleming plantearan con éxito una batalla legal por violación de los derechos de autor.
Exprimido el filón de sus libros hasta la saciedad, los herederos de la franquicia han decidido auspiciar la publicación de la primera novela de James Bond que no llevará la firma de Fleming. El encargo recayó en el conocido escritor Sebastian Faulks -sobre todo conocido en España por Charlotte Gray- quien ha prometido que no decepcionará a los seguidores de las hazañas de 007 cuando Devil may care salga a la luz.
Patricia Tubella |