La poesía de Han Shan
         
           
 

Han Shan (寒山: "Montaña fría") habría sido un poeta legendario vinculado a una antología de poemas de la dinastía Tang, o un joven funcionario que, tras resultar herido durante la revuelta de An Lushan, se refugió en la cordillera del Tiantai y devino taoísta y budista. Nadie supo en verdad quien fue, ni si vivió o murió, pero en las tradiciones del budismo, Han Shan y su compañero de vagabundaje Shih Te, han sido celebrados como emanaciones de los Bodhisattvas Mañjusrī y Samantabhadra, respectivamente. En las pinturas japonesas y chinas, Han Shan se representa a menudo junto con Shih Te [拾得] o con Fenggan [豊干], otro monje con atributos legendarios.

Es muy poco lo que sabemos de su obra ya que siendo un ermitaño en una lejana región de China, se supone que sus poemas fueron escritos sobre las rocas de las montañas interiores que eran su hogar. De los seiscientos que se le adjudican, unos trescientos trece le sobrevivieron y de los cincuenta y siete que fueron atribuidos a Shih Te, siete son atribuidos a Han Shan por los expertos, lo que hace un total de trescientos veinte.

En el prólogo que Lu Jiuyin puso a sus poemas, sostiene haber conocido personalmente a Han Shan y Shih Te en una cocina del templo Guoqing, pero apenas le saludaron, huyeron. Luego intentó darles algunas ropas y vivienda pero dice que la pareja desapareció en una cueva que se cerró sola y el rastro de Shih Te desapareció. Esto hizo que Lu Jiuyin, entonces gobernador de la prefectura de Tai, copiara los poemas de Han Shan, escritos en trozos de bambú, madera, piedras y rocas así como aquellos que había puesto en las paredes de las casas de los vecinos. Pero hay quienes dicen también que el propio Lu no existió y que su prólogo es otro mito.

Lo cierto es que el prefacio, contrario a la tradición china de fechar los escritos, carece de ello. Lu Jiuyin se presenta como un alto oficial y precede su nombre con un título pomposo. Pero ni el nombre ni el título han sido hallados en las investigaciones posteriores. Y el estilo en que está escrito es descuidado, nada que demuestre que quien redacta sabe de caligrafía y ha presentado los exámenes de escritura. Además, las fuentes que informan sobre los poetas son ulteriores al prólogo y se apoyan en él, concluyendo los expertos, que las dos personas literarias deben ser una invención, porque siguiendo lo que dicen los poemas, sostiene que garabateaba en las rocas, nada de que usaba maderas o bambú y menos las paredes de las casas. Serían entonces los dos poetas algo así como un ente cultural transferido y  desdoblado a través de varios siglos cuyo origen no es fácil precisar. Para Octavio Paz, Han Shan, el Monte Frío, más que un territorio, un bardo o una quimera, sería una poética, un estado de ánimo ligado a la placidez, a la indagación solitaria, a la contemplación armoniosa, a la conciencia del vacío:

 

“Durante al menos dos momentos de los siglos de esplendor Tang, dice Paz, además de la poesía en estricto sentido budista de los monjes-poetas, había al menos una escuela poética de inspiración budista que se movía en la tradición secular y que alcanzó un mérito literario relativo. Los poetas de esa escuela, monjes también, ofrecían la visión de la “montaña helada” (Han Shan) como un estado de ánimo y una búsqueda del Tao”.

La colección de poemas atribuidos a Han Shan pueden abarcar toda la dinastía Tang, y hay quienes le identifican como obra del monje Zhiyan (智 岩, 577-654), pero otros lo ponen en duda y los atribuyen a otro ermitaño zen llamado Caoshan Benji (712 - 840). Sin embargo, las fechas para Zhiyan y Caoshan Benji contradicen a Han Shan, que dice que él era mucho más viejo que cualquiera otro. Las primeras traducciones a una lengua occidental las hizo Arthur Waley en la edición de septiembre de 1954 en Londres de la revista literaria anti estalinista Encounter, y Patrick Carré [1952]  publicó la obra completa en Le Mangeur de brumes: l'œuvre de Han-shan poète et vagabond [1985].

La mayor parte de los poemas de Han Shan son de ocho versos de cinco caracteres divididos en dos estrofas con rima en los versos pares. El lenguaje está marcado por el uso de un chino vernáculo medieval más coloquial que el usado por cualquier otro poeta Tang. Los poemas pueden clasificarse en los biográficos antes de llegar a la Montaña Fría; los religiosos y políticos, generalmente críticos de la sabiduría convencional y los que la abrazan, y  los trascendentales, sobre su estadía en la Montaña Fría. Se destacan por su franqueza, que contrasta fuertemente con la astucia y la complejidad que marcó la poesía típica de la dinastía.  

Desde el punto de vista temático, Han Shan se ocupa en gran medida de temas budistas y taoístas, sobre la naturaleza transitoria de la vida y la necesidad de alcanzar, de alguna manera, una suerte de trascendencia. Amplían y varían el tema hablando del Gran Vehículo del Budismo Mahayana y otros caminos del taoísmo y sus símbolos.  Un poema puede comenzar con imágenes de una casa en llamas y los tres carros de la Parábola de la casa quemada de que habla el Sutra del Loto, y terminar con una típica imagen Zen y taoísta de la libertad para conceptualizar. Imaginería que era moneda corriente en el monte Tiantai, donde se practicaban los ritos y artes de la inmortalidad, y que fomentó la proliferación de templos budistas en su tiempo. 

Muchos de los poemas manifiestan un honda preocupación por la humanidad, que en opinión de los poetas del Monte Frío, se niega a ver el futuro y con cortedad de miras se entrega a los vicios  consumiendo carnes de animales, o acumulando tantos pecados como las alturas de monte Sumeru, sin dejar de creer que la gente puede salvarse porque, ya ha sucedido, que un demonio devenga un día Bodhisattva, es decir, santo.   

La poesía de la Montaña Fría ha influido en poetas de varias generaciones y culturas. Han Shan es especialmente admirado por los japoneses cultos que le conocen como Kanzan y gozó de especial aprecio por varios poetas de la Generación Pérdida norteamericana como Gary Snyder, que los tradujo.

Véase: Cold Mountain: 100 Poems, translated by Burton Watson, New York, 1962. El Maestro del Monte Frío: 59 poemas, traducción del chino por Lola Diez Pastor, Madrid, 2008. El solitario de la montaña fría, de Han-Shan, versiones del inglés por José Manuel Arango, Cali, 1994. The Collected Songs of Cold Mountain, translated by Bill Porter, PortTownsend, 2000. The Poetry of Han-shan, translated by Robert Henricks, Albany, 1990. The View from Cold Mountain, translated by Arthur Tobias, James Sanford, and J.P. Seaton, Buffalo, 1982.


VOY AL ARROYO PARA OBSERVAR EL GOTEO DE SU CUARZO,
y a la cuesta lindante, a sentarme en las peñas.
Mi mente, nube solitaria, en nada se apoya.
Cosas del mundo lejano... ¿para qué ir tras ellas?

*
EN LA CAPITAL, UNA JOVEN DE BELLAS CEJAS
lleva tintineantes perlas al cinto;
retoza con los papagayos entre las flores,
y tañe la mandolina bajo la luna.

Durante tres lunas vibra su canto,
diez mil personas contemplan su danza;
como no hay certeza que pueda perdure:
la flor del hibisco no resiste la helada.

*
MI SINO ERA VIVIR
sobre picos y cañadas
que sólo dejan paso a los pájaros.
Allí no hay vestigio de hombres.
En verdad, ¿qué existe
en este jardín que miro?
Nubes blancas ciñen la negra piedra.
¿Cuánto hace que vivo aquí?
He visto muchos inviernos
hacerse primaveras.
Oíd mis palabras, gente rica:
Los nombres huecos carecen de valor.

*
PARA COMPRENDER
la vida y la muerte
mira un momento
el hielo y el agua.
El agua se cristianiza en nieve;
la nieve se derrite y vuelve a ser agua,
lo que muere ha de renacer.
Para lo que nace, la muerte es inevitable.
Nieve y agua no se lesionan.
La vida y la muerte son perfectas.

*
HACE TREINTA AÑOS NACÍ Y HE VAGADO
mil millas por ríos de densa yerba,
y confines de arena roja.
He ingerido los filtros que dan vida eterna,
leí en libros, compuse cantos de historias.
Ahora vengo a la Montaña Fría
para poner mi cabeza en un arroyo
y limpiar mis oídos.

*
REMONTO EL CAMINO ETERNO
que lleva a la Montaña Fría.
El valle es largo y atascado por rocas,
los ríos anchos, rodeados de verde.
No hay brisa, pero los pinos se sacuden.
No llovió, pero el musgo está húmedo.
¿Quién podrá librarse de las celadas del mundo
y venir a sentarse conmigo entre las nubes?

*
AL PIE DE LOS ARRECIFES ELEGÍ UN LUGAR.
Son caminos para pájaros, no para hombres.
Mi jardín, si es que así puede llamarse,
son nubes albas que se aferran a las rocas.
¿Cuántos años hace que vivo entre ellas?
Una y otra vez desfilan invierno y primavera.
Y evito convites y cristalerías
y el ruido inservible y los nombres vacíos.

*
BUSCA EL HOMBRE CAMINOS EN LAS NUBES,
pero ellas le niegan el paso.
Las montañas son rocosas y abruptas
y en los vastos valles apenas brilla el sol.
Adelante y atrás los picos azules,
al levante y al poniente grandes nubarrones.
¿Buscas un camino que atraviese las nubes?
Ahí está, en medio del Vacío.

*
LA GRULLA SE DETUVO EN SU VIAJE.
Fue hacia la montaña de los inmortales
y llevaba fruta en su lindo pico.
Perdió las plumas sin llegar a destino
y estaba triste, lejos de la bandada.
Volvió entonces a su nido y encontró
que su pareja no la reconocía.

*
DESDE QUE ME RETIRÉ EN EL MONTE FRÍO
resisto comiendo los frutos del campo.
Llevo una vida que no causa tristezas:
satisfecho de mi condición cruzo este mundo.

*
SUELO VIVIR EN LUGARES SOLITARIOS.
A veces voy al templo de Guoquing
para visitar al anciano Feng Gan;
para ver, una vez más, al señor Shi.

Regreso solitario a mi helada cima,
sin nadie con quien hilar conversación.
Escudriño el agua que no tiene origen:
los principios se agotan, pero no el agua.


Harold Alvarado Tenorio

< Volver