forough farrokhzad

Pecado

He pecado y era un pecado lleno de placer
junto a un cuerpo tembloroso y desmayado
Dios, no sé qué he hecho
en aquel lugar privado, oscuro y silencioso
En aquel lugar privado, oscuro y silencioso
me fijé en sus ojos llenos de secretos
En mi pecho anhelante temblaba el corazón
por la pasión de sus ansiosos ojos
En aquel lugar privado, oscuro y silencioso
me senté junto a él desconcertada
sus labios vertieron en los míos el deseo
me libré de la tristeza del corazón desbocado
Murmuré en su oído la historia del amor
Te deseo, oh alma mía
Te deseo abrazo que das vida
a ti, mi loco amante
El deseo estalló en llamas en sus ojos
El vino tinto bailó en la copa
Mi cuerpo en el suave lecho
sobre su pecho tembló ebrio
He pecado y estaba llena de placer
en un abrazo suave y ardiente
He pecado entre unos brazos
cálidos, rencorosos y de hierro.
 

El viento nos llevará

En mi noche, tan breve, ¡ay!
el viento está a punto de encontrar las hojas.
Mi noche tan breve está llena de devastadora angustia
¡Escucha! ¿Oyes los susurros de las sombras?
esta infelicidad que siento ajena a mí
Estoy acostumbrada a la desesperación
¡Escucha! ¿Oyes los susurros de las sombras?
Allí, en la noche, algo está ocurriendo.
La luna está roja e inquieta.
Y, agarrada a este tejado,
podría derrumbarse en cualquier momento.
Las nubes, como una multitud de mujeres de luto,
esperan el nacimiento de la lluvia.
Un segundo, y luego nada.
A través de esta ventana,
la noche tiembla
y la tierra deja de girar.
A través de esta ventana,
un extraño se preocupa por
mí y por ti.
Tú, en nuestro césped,
pon tus manos –aquellos abrasadores recuerdos–
en mis tiernas manos
y pon tus labios, llenos de calor vital
en contacto con mis tiernos labios.
¡El viento nos llevará!
¡El viento nos llevará!
 

Poema para tu partida

Todas las noches alguien le decía a mi corazón:
«Estás muy agitada por su visita. De madrugada,
con las estrellas blancas, se irá, se irá,
tienes que retenerle».

Enajenada de este mundo por tu olor,
sin cuidarme de las desilusiones venideras,
sobre mis finas pestañas se volcaban
tus ojos como suave polvo dorado.
Mi melena la soltó tu aliento.
Mi cuerpo arde al sentir tus manos.
Abriéndome como el brote de una flor me decía:
«Quien le regala el corazón a su amado, no querrá verle sufrir.
Que se vaya, lo seguiré con mis ojos. Que se vaya,
que donde quiera que esté, mi amor le guarde».

Ya te has ido y el crepúsculo
extiende su sombra en el centro del camino.
Poco a poco el dios de la pena negra
sube al templo de mis ojos,
y escribe en todas las paredes
negros versículos.

    [Nazanin Armanian]

 

Forough Farrokhzad (1935 - 1967) fue una directora de cine y poeta iraní, una de las más influyentes en el siglo XX. Rompió la rigidez de la poesía clásica persa utilizando expresiones y términos coloquiales.