Diane di Prima

Poema de cumpleaños para mi abuelo

Hoy es tu cumpleaños y no es la primera vez
que intento escribir sobre esto, pero ahora
en medio de la locura, quiero darte las gracias
por avisarme de lo que podía esperar,
por no morderte nunca la lengua,
en aquel impoluto salón del Bronx,
gracias por sollozar a corazón abierto
al compás de innumerables y desgarradoras
óperas italianas, por tirarme del pelo cuando yo
tiraba de las hojas de los árboles para que
supiera lo que se sentía, ahora estamos
metidos de lleno en la revolución, la revolución
nos llega hasta las rodillas y la marea sigue subiendo,
abrazo a desconocidos en las calles,
colmada de su amor y del mío,
el amor que nos dijiste que tenía que llegar o moriríamos,
se lo dijiste a todos en el parque del Bronx, yo te escuchaba
en el anochecer primaveral del Bronx, respirando estrellas,
tu pelo blanco tan glorioso para mí, tu altura, tus feroces
ojos azules, una rareza entre los italianos, yo permanecía
a una cierta distancia, admirándote,
mi abuelo al que la gente escuchaba,
ahora sigo escuchando a una cierta distancia mientras les sirvo sopa
a unos jóvenes de rostros luminosos sentados en mi mesa,
hablamos de amor, hablamos de la revolución,
que es amor, en otras palabras, cuánto
nos amarías a todos, cómo retumbaría tu sabiduría anarquista
vociferándonos a Dante y a Giordano Bruno, gentes de orden,
entregados a tu misma causa, pues quiero que sepas
que lo hacemos por ti, y por los tuyos, por Carlo Tresca,
por Sacco y Vanzetti, sin saberlo, sin pensar en ello,
así como lo hacemos por Aubrey Beardsley,
por Oscar Wilde (la luz de todas las farolas
será morada), lo hacemos
por Trotsky y Shelley y por el gran
tonto Kropotkin,
por la gente de La huelga de Eisenstein
y el ennui de Jean Cocteau,
lo hacemos por las estrellas del Bronx,
para que puedan posar su mirada sobre la tierra
sin sentir vergüenza.


El día que te besé…

El día que te besé, la última cucaracha
se murió. Las Naciones Unidas
abolieron todas las cárceles. El papa
admitió a Jean Genet como miembro
del Colegio de Cardenales. La
Fundación Ford, con gasto enorme,
reconstruyó la ciudad de Atenas.
El día que hicimos el amor, el dios pan
volvió a la Tierra, Eisenhower dejó
de jugar al golf. Los supermercados
vendieron mariguana. Y Apolo leyó
poemas en el parque Union Square.
El día que retozaste en mi cuerpo
las bombas se disolvieron.

[Versión de Annalisa Marí Pegrum].


Carta revolucionaria n.º 29

Cuidaos de aquellos
que nos ven como hermosos perdedores
que esperan con sus largas cabelleras a ser castigados
que lamentan en las playas nuestro aislamiento
no estamos solos: tenemos hermanos en todas las colinas
tenemos hermanas en las selvas e
incluso tenemos hermanos en la tundra helada
sentados junto a sus fuegos cantan, juntan armas
se multiplican: reclamarán la tierra
no podemos ir a ningún lado, pero ellos nos esperan
no habrá exilio donde no escuchemos «bienvenidos a casa
buenos días, hermano, deja que trabaje contigo
buenos días, hermana, deja que luche a tu lado»

[Sandra Toro]
 

Carta revolucionaria n.º 39

Hermanas, dejad que os cuente que el 30 de mayo fui
a uno de nuestros festivales,
tomé LSD en Thomkins Square Park con
mis hermanos y hermanas,
bailé bajo el sol, hasta que salieron
las estrellas y la resaca
nos rodeó mientras nosotros de pie
nos acariciábamos y seguíamos amándonos, después
volví a casa e hice el amor como una flor, como
dos flores abriéndose la una a la otra, éramos
la joya del loto, a la mañana siguiente, aún drogada
deambulé por la parte alta de la ciudad,
entré en el Museo de Historia Natural, y ahí,
en la sala de fauna peruana, vi las aves del paraíso,
como algo de antaño, como dinosaurios,
y vi pasar a los pájaros de la tierra, vi las flores,
vi la mayoría de los árboles y criaturas pequeñas:
ardillas, conejos, ratones y delicadas flores salvajes,
vi la tierra desnuda y suave y hombres eficientes
de plástico austero alimentados de forma hidropónica
trabajando como hormigas, y pensé con desapego,
sin remordimientos: «cuántas criaturas hermosas
poblaron la tierra».

[Sandra Toro]


Carta revolucionaria n.º 40

Si la palabra poseyera algún poder, América,
tus yacimientos de petróleo arderían,
tus ciudades no serían más que ruinas en llamas
saqueadas por niños,
tus coches todos averiados, atascando las carreteras,
tus ciudadanos a un lado, desconcertados, o escogiendo
un montón de objetos (lo que pudieran llevarse),
si el poder de la palabra estuviera vivo, América,
tu tendido eléctrico que todo lo ve caería,
caerían tus cables de electricidad, de teléfono,
tus torres de telecomunicaciones derrumbadas
y convalecientes en los campos, incendiando el heno,
tus periódicos tan inútiles que tu población analfabeta
se limpiaría el culo con ellos.
SI EL PODER DE LA PALABRA EXISTIESE,
CAERÍAS, AMÉRICA, la naturaleza
se propaga desde los parques
donde la tenías encerrada, el desierto
se desliza a través de Las Vegas, el mar se relame
sus orillas de petróleo en Los Ángeles,
los camellos se reproducen, los osos, los ciervos están
proliferando, y también los nativos y los indigentes.-
¿Duermes inquieta, América? ¿Sueñas con tus poderosos
depósitos de petróleo color pastel abrillantando el mar?
Duerme bien, América, estamos aquí, junto a tu lecho,
la palabra tiene poder, el canto es cada vez más fuerte.

[Versiones de Sandra Toro]


Diane di Prima (Brooklyn, 1934- 2020) Nieta de un inmigrante italiano anarquista, abandonó la universidad para instalarse en Manhattan, epicentro de la contracultura y el movimiento Beat en los años 50. Allí entró en contacto con Frank O’Hara, Jack Kerouac, Allen Ginsberg, Lawrence Ferlinghetti o Merce Cunningham. Su escritura, como su vida sexual, se consolidó como una voz fundamental de esa generación. Di Prima decidió convertirse, además, en madre soltera, rompiendo con muchos tabús en la época. Editó la revista The Floating Bear y fundó la editorial The Poets Press. A finales de los 60 se instaló en San Francisco, donde se implicó en el movimiento hippie, la psicodelia y la comunidad contracultural. Tuvo cinco hijos de distintas parejas. Su libro Memorias de una beatnik, está considerado obra de culto.