Hu Xudong

Incensario para dos poetas muertos

Hace dos años encontré este incensario
al oeste del lago Peng en Taiwán,
los dos ya se habían ido,
uno al cielo
convirtiendo nubes blancas
en montañas de nieve,
el otro atrapando
ráfagas de polvo
de la noche profunda.

Los dos estáis lejos,
en ese lugar alto,
con alas de mandarín.
El camino que recorren
se convierte en poema
de un año luz.
Las estrellas os leen.
Tal vez os visitéis y saquéis
el tiempo atesorado en vuestras alas
y dejareis que otro lo guarde.
Los dos, si realmente podéis
reuniros allá arriba,
tal vez podáis comprender
cómo os extrañamos
os echamos de menos
como un recuerdo
insoportable.
El cielo azul se abre para ti,
bebe un poco de vino, sonríe
y florece.
Déjame que encienda incienso
en tu memoria,
un incienso de la Doble Aldea
que arda y queme dos haces de luz.
Aquí, en este alto lugar,
no hay ríos ni océanos,
no importa,
vuestros cuerpos surgirán
como velas de sabiduría.
En el incensario está escrito
“los valientes no se marchan”
y eso quise decir
que no te fuiste, que no te fuiste.

[Harold Alvarado Tenorio] 
 

Poema corto

Casi toda la tarde estuve sentado
en la terraza del hospital
mirando el cielo del sur
mientras una inmensa nube,
bella, como un leopardo en la nieve,
desaparecía: sus poderosos
miembros, fuertes y flexibles,
destrozados por el viento,
su cabeza, rota por un avión.
Cuando le separaron la columna
su espalda torcida se derrumbó
como un saco de papilla.
Cuando fue arrojada a un bosque
al extremo de los jardines Qinghua
sentí mi carne como si fuese arena
que formando una duna iba a la deriva
por los desiertos caminos de las enfermedades.

[Harold Alvarado Tenorio]


Medicina tibetana

Un día de abril de un año bisiesto
en una calle de Lhasa padre compró
una medicina tibetana que madre
puso en trozos y envió con un mensajero
al caos de la capital.
Todo el verano, mientras los vecinos
participaban en festivales
y los comerciantes discutían precios,
del tubito de bambú extraía yo fragmentos
de esa oscura yerba, la vertía en agua,
y la rumiaba con dátiles.
Bebí de ese brebaje de un reino sin nombre
fui al trabajo, regresé, hable con las gentes
mientras la yerba ingresaba en mi cuerpo
como una campana en descanso.
Y la noche fue llegando
como una pequeña criatura
vestida de negro que entra en el hígado
cantando lo amargo que es
estar vivo.

[Harold Alvarado Tenorio]
 

El gato blanco

En el 568 un sogdiano vino de Istämi
como guía de unos mercaderes.
En la orilla de un río vio un gato blanco
tendido bajo la pálida luz de la noche.
Vio en el cuerpo del gato varios mundos
que giraban con flechas y chorros de sangre
y se oían gemidos de una ciudad en ruinas
y todo se perdía en blanco torbellino.
Mil años mas tarde, una noche, volviendo a casa
mi esposa y yo vimos un gato blanco
caminando por el estanque seco
como si fuera un niño de antiguas dinastías
cruzando espirales del tiempo
para volver a su tierra con nobles recuerdos.
Acariciamos el gato, oímos sus maullidos
mientras detrás de un árbol y el viento de la noche
olía nuestro mundo y con sus miradas quiso
decir algo, pero al final se marchó como agua.
Creímos que iría al País de la horda blanca
hasta el mil trescientos ochenta
cuando tras la conquista de la Horda de oro
gobernaría a Rusia.

[Harold Alvarado Tenorio]

Hu Xudong [Chongqing, 1974-2021], hizo una maestría en Literaturas Comparadas y un Doctorado en Literatura China contemporánea de la Universidad de Beijín, donde fue profesor del Instituto de Literatura Mundial. Considerado una de las figuras de la poesía china de los años setenta, recibió numerosos premios y fue elegido entre los Diez Nuevos Poetas. Traducido a numerosos idiomas, fue invitado a varios eventos internacionales y tuvo especial afecto por la cultura brasileña, sobre la que escribió un libro titulado La pasión oculta en Brasil. Fue traductor y escribió sueltos para diarios y revistas.