Michael Longley
Los caballos
El mejor homenaje para los caballos
inmolados en el campo de batalla,
aterrados, chocando con sus entrañas,
sofocados en el lodo, está en Homero.
Dos caballos que se niegan a moverse
a pesar de las amenazas y las fustas silbantes,
y quietos como una tumba encorvan sus cabezas
frente a las inmóviles y bellas carrozas,
mientras desde sus párpados cálidas lágrimas
corren hacia la tierra por Patroclo, su auriga,
con sus radiantes melenas alteradas
bajo las colleras a entrambos lados del yugo.
El fabricante de helados
Ron pasas, vainilla, caramelo, nueces, durazno:
podías rimar los sabores. Pero eso fue antes
que asesinaran al heladero en el camino de Lisburn
y compraras claveles para poner fuera de su tienda.
Entonces mencioné para ti las flores de Burren
que había visto en un día: tomillo, valeriana, salicaria,
filipéndula, orquídea, pata de cuervo, brezo, angélica,
geranio de San Roberto, mayorana, zecuta, drosera, arveja,
rosa del monte, germandrina del bosque, flor de cuclillo, estelaria,
aquilea, galio, bolsa de pastor y pimpinela del pantano.
El paracaídas
Ante la ventana pasa llevando una pala.
Es Joseph Murphy, padre de ocho mellizos,
amante de los caballos, secretario del club de tiro,
si ocultara en su garita un folio con poemas
sorpresa no sería juzgando que su abuelo
con un balde de mimbre y una pala
limpia la playa y fue el primero
en montar en paracaídas.
Con un paraguas roto y unas sábanas hizo
uno, se lanzó desde el techo del establo
y tras un frágil vuelo terminó en el hospicio.
Con muletas caseras y dejando las vendas
el abuelo de Murphy pasa por mi ventana.
Sello de Salomón
A la sombra de los avellanos
en un rincón trasero de nuestro jardín,
a la derecha del grosello en flor,
quiero mostrarte un inesperado
Sello de Salomón.
¿Importa qué llamen así a esas campanitas,
como si fueran un documento medieval?
Es mayo y Salomón dice:
«Levántate, amada mía,
hermosa mía, ven.
El invierno ha pasado,
la lluvia ha cesado. Se ha ido,
las flores florecen en la tierra.
Una tórtola solitaria ha sobrevivido
bajo nuestra haya al primer corte de hierba.
Ha llegado la hora del canto de los pájaros».
Takabuti
Mis nietas la miran fijamente,
una pequeña egipcia consciente de la moda
no mucho mayor que ellas, su rostro
oscurecido por el incienso y el tiempo,
sus ojos de lino devolviendo la mirada,
su mano a su lado como para dar la bienvenida,
su pie sobresaliendo de las vendas
como para seguirlas a la salida
y acompañarlas el resto de sus vidas.
Takabuti vivió en Tebas a finales de la Vigesimoquinta Dinastía de
Egipto, hacia el año 660 a.C. Su cuerpo momificado y la caja de la momia
se encuentran en el Museo del Ulster de Belfast.
El atrapamoscas
Un atrapamoscas se estrelló contra la ventana.
Amelia puso el cadáver en sus manos
y quiso dar vida a las motas del pecho,
imaginando un despejado musgoso donde
se entretejen árboles sombríos, ramas
donde dar vueltas y planear y veloz
como una flecha perseguir mariposas
y abejas que pican, un polluelo como ella,
con un aleteando al sol, un pajarillo
ejerciendo su nombre y trayectoria...
[Versiones de Alfaro Palma]
Michael Longley [Belfast, 1939-2025] es una figura central de la
poesía irlandesa contemporánea. Fue miembro de la Royal Society of
Literature y recibió la Medalla de Oro de la Reina para la Poesía y el
Premio Wilfred Owen. Además, ganó el Premio Whitbread, el Premio T.S.
Eliot, el Premio Hawthornden, el Premio de Literatura Irlandesa del
Irish Times de Poesía, un Premio Poetry Now y el Premio Librex Montale.