Patricia Cavalli

Y quién se atreverá a decir ahora

¿Y quién se atreverá a decir ahora
que no tengo coraje, que no me mezclo
con los demás o no me apasiono?
Hoy he hecho una fila
de media hora en el correo;
aguanté toda la espera paso
a paso; sentí el olor
atroz de los varones y los viejos;
también el de las mujeres.
Sentí unas manos que tocaban mi culo,
y me oprimían.
Reconocí la náusea,
y la dejé en el lugar donde estaba;
mi cuerpo se colmó de sudor;
me expuse a la pulmonía.
No es en el amor hacia mí,
sino en el horror hacia los demás,
donde me reconozco.


No tengo semen para esparcir por el mundo

No tengo semen para esparcir por el mundo,
no puedo inundar mingitorios ni colchones.
Mi avaro semen de mujeres poca cosa para herir.
¿Qué puedo dejar en las calles, en las casas,
en los vientres no fecundados?
Las palabras, muchísimas de ellas
aunque ya no se parezcan más,
han olvidado la furia y la maldición,
se han transformado en señoritas
con un poco de mala fama,
pero señoritas al fin.


Me corté el pelo, me oscurecí las cejas

Me corté el pelo, me oscurecí las cejas,
arreglé la comisura derecha de mi boca,
Adelgacé mi cuerpo, levanté mi estatura.
También día mis hombros definición triunfal.
Soy otra vez una chica, un chico por las calles,
con paso de diligente, sin adorno superfluo.
Sin embargo, no olvidé sentarme despacio,
con velo en la mirada.
Y sin darme cuenta derroché caricias.
Mi cuerpo, un secreto intocable.
Los riñones condensan la espera insatisfecha;
en los jardines, los paseos,
las recomendaciones de siempre,
el cielo a veces azul
y a veces no.
 

Basta

Basta,
se acabaron los cubiertos
en estuches de oro.
Esa comida exquisita y lejana,
ese gusto de paladares cultos.
Belleza mía,
sí, te llamaré belleza mía,
haré que desciendas y tropieces.
Ah, me rociaste largo tiempo,
mi bombera: llamaradas y humo
y fuego que no arde y yo
que me quemaba con la fiebre,
quería toda la hostia
y tú deshacías en mi boca
partículas santas.
 

Patrizia Cavalli [Todi, 1947 – 2022], luego de graduarse en el instituto Jacopone de su pueblo, fue a Roma, donde conoció a Elsa Morante mientras estudiaba filosofía, a quien dedicó su primer libro de poemas. A mediados de los setenta fue incluida en la Antología della poesía femminile in Italia daldopoguerra ad oggi junto a Maria Luisa Spaziani, Vivian Lamarque, Amelia Rosselli y Anna Maria Ortese. Con la cantante Diana Tejera hizo el disco Al cuore fa bene far le scale en 2012. Murió en Roma tras una larga enfermedad. Su poesía está elaborada con un compleja técnica donde las medidas métricas provienen de los clásicos italianos, pero el léxico y la sintaxis son actuales, alejándose de manierismos y enfatizando en la lengua cotidiana y familiar. Versiones de [Diego Bentivegna/Osvaldo Bossi]